martes, 14 de enero de 2014

Mujeres enamoradas (1969) de Ken Russell



Las dos hermanas protagonistas (Glenda Jackson y Jennie Linden)
Seguro que existen muchas formas de denominar a esta película, pero ninguna tan clara y tan precisa, como la siguiente expresión: ¡Vaya putísima mierda! Un film de verdad, infumable, letárgico y de argumento, bueno, ¿qué argumento? Es el típico truñazo que les sirve a los snobs que van de intelectuales, para remarcar sus refinidísimos gustos y dejar bien claro lo bohemios que son y lo muy superiores que se creen al resto de bobos mortales. Como no soporto las falsedades ni estas memeces, no tengo ningún reparo en tachar a esta porquería como un bodrio pedante, sólo apto para hipsters que se deleitarán con tanta estupidez y filosofía barata. Sí es cierto que "Mujeres enamoradas" tuvo bastante reconocimiento cuando se estrenó y en cierto sentido, es entendible. Por un lado se llevó el respaldo de la crítica, pero claro, con el cuentecito de que se trata de una adaptación de un refinadísimo texto de un reputadísimo y estiradísimo escritor inglés H. D. Lawrence pues claro, no hay nadie que quiera ir de entendido que se se atreva a atentar a malas contra dicho material. 

¡Vaya una vida que se pegan estos ricachones snobs!

El pedante de Rupert (Alan Bates) se disputa
el amor de Ursula (Jennie Linden)...
En cuanto al público, pues parece ser que también le dio su respaldo, pero no creo que la peña acudiese en masa a ver esta castaña para curtirse de su contenido intelectual y filosófico, no, no; la gente fue al cine a ver culos y tetas. Situémonos, era 1969, unos añitos en los que el durísimo sistema censor en el Séptimo Arte se estaba tambaleando poco a poco debido a la presencia de autores con pelotas que decidieron exponer obras fílmicas más libres, más atrevidas y más polémicas. De polémica, probablemente pocos realizadores sepan tanto como el director de esta "obrita" tan "culta", Ken Russell, un tipo que ha convertido en su marca de fábrica la chabacanería y la guarrindongada, abundando en su filmografía unas cuantas pelis con tintes eróticos muy subiditos de tono; lo que le ha dado el cierto renombre que a día de hoy tiene. Pues bien, el señor Russell ya fue apuntando maneras desde bien tempranito, y desde sus inicios (me parece que ésta fue su tercera película, profesional me refiero) dejó bien clarito que lo que a él lo molaba era llamar la atención provocando a la peña y mostrándoles carne para el deleite visual del público. Bueno, si bien hay que decir que aquí la que se nos presenta como Dios la trajo al mundo es Glenda Jackson, una monstrenca horrorosa (nada de una Samantha Fox o una Caroline Munro o una Cindy Crawford), pero bueno en los sesenta, una teta era una teta y nadie le iba a hacer ascos. 

...mientras Gerald (Oliver Reed) hace lo propio con Gudrun (Glenda Jackson)

Los dos tíos son muy machitos, pero luego bien que les va el cancaneo...
La película, pues es que no tiene argumento definido, y por favor si alguien lo ha encontrado que me corrija. Nos muestran durante dos interminables horazas, la relación de dos hermanas medio subnormales, Ursula (Jennie Linden) y Gudrun (la monstrenca de Glenda Jackson) con dos pavos, Gerald (Oliver Reed) y Rupert (Alan Bates), muy machitos ellos, pero que pierden más aceite el uno por el otro, que un coche changado y bien changado. El resultado es un letárgico y grotesco espectáculo de interminables conversaciones, rollo filosóficas para intelectuales, que a la gente normal de a pie que lo que quiere es disfrutar de una buena película, pues nos darán ganas de cortarnos las venas (en el sentido metafórico claro, afortunadamente siempre nos quedará la opción de quitar este mojón y Santas Pascuas). 

...sino mirad cuánta pasión desmadrada se procesan el uno al otro

Pues bueno, la película basó su cierta "fama" en la polémica a la hora de mostrar escenitas muy subiditas de tono para la época; véase los oportunos desnudos femeninos (sobre todo de Glenda Jackson, ¡que menuda grima!) y curiosamente se convirtió en la primera película en mostrar un desnudo masculo integral; bueno dos. Los dos actores protagonistas, Alan Bates y Oliver Reed, protagonizarán una absurda escena en la que se pelean, desnudos, cuerpo a cuerpo. No obstante, será inevitable que nuestros ojos perciban (porque con esa intención fue hecha dicha escena) múltiples referencias con un coito homosexual entre los dos; véase posturas o gestos que hacen, parece que se están poniendo el culo pajarero el uno al otro con total descaro. 

La tiesa Glenda Jackson se llevó el Oscar a la mejor actriz,
como no fuese por enseñar las tetas, no me explico por qué

¡Mirad qué cara de asco! Se nota que la tía
le pone garbo a la interpetación, ¿verdad?
En fin, que debido a estos aportes tan transgresores, podría entenderse que "Mujeres enamoradas" lograse hacerse con cierto estatus de culto, obviamente sin contar que su fuente era un reputadísima obra británica, por favor; entonces ya es digna de hacerle reverencias. Y bueno, ya de paso aprovecho para expresar mi cabreo por el otorgamiento del premio Oscar nada menos, a la mejor actriz a la monstrenca de Glenda Jackson; ¡lo que conllevó enseñar las tetas en aquella época!, en mi opinión un auténtico despropósito, porque la señora Jackson me parece una actriz nefasta, totalmente inexpresiva e incapaz de transmitir la más mínima sensación de nada. Aunque debo de ser lelo, porque me he llevado la sorpresa de que la peña suele destacarla como una pedazo de actriz que ni Meryl Streep, así que sólo me queda pensar que no tengo criterio, o que el criterio de la mayoría suele ir de la manita de su afán por ir de sabelotodo en cuestiones fílmicas. En fin, que no me voy a extender más, ni comentar nada más porque no merece la pena nada más que comentar. "Mujeres enamoradas" es una mierda, pero una mierda como un campanario, uno de esos bodrios que suponen una lamentable pérdida de tiempo irrecuperable; un auténtico despropósito que se estafe a la gente señalando truños apestosos como grandes obras cinematográficas.

No iba a ser menos, Jennie Linden también enseña sus prominencias

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