miércoles, 29 de enero de 2014

Nosferatu, vampiro de la noche (1979) de Werner Herzog



El conde Drácula (Klaus Kinski), aquí pasaron ampliamente de
cambiar los nombres como hicieron en la original de Murnau,
para intentar camuflar las referencias con la novela de Bram Stoker
Esta película debería de haber ido acompañada de un letreto de advertencia (estilo los que incluyen los paquetes de tabaco) que dijese lo siguiente: ¡Atención, esta película seguramente le produzca un sueño letárgico, no la vea en una situación en la que su cuerpo pudiese desplomarse de forma inminente existiendo cierto riesgo para éste! Este film es aburrido, innecesario, lento (lentísimo) y repetitivo hasta extremos difíciles de imaginar. El señor Werner Herzog (aclamado director en ciertos ámbitos) se ha lucido haciendo este truño épico, y digo épico porque sin lugar a dudas en una de las películas más plomizas que he tenido el disgusto de visionar. El original "Nosferatu" es de por sí una película lenta, pero este hecho en ese caso, es comprensible, se trata de un film mudo y esa característica va implícita en el ritmo que iba arraigado a los films de esa época, pero en esta ocasión el ritmo tan extremadamente lento es imperdonable. Que vale que el director querría (seguramente) ofrecer homenajes al original, no sólo imitando su puesta en escena, sino también su pausividad para conseguir ser más cercano al espíritu de ésta. En mi opinión, si lo que quería era homenajearla, lo mejor que podía haber hecho era ahorrarse realizar esta castaña. 

¡Eh, que os quedáis dormidos!

La anémica Lucy Harker (una bellísima Isabelle Adjani)
Que sí, que tiene bonitos planos, secuencias conseguidas, magnífica banda sonora, y múltiples aspectos técnicos que son la repera, y bla bla bla. Pero en conjunto la película es (y me repito como el propio Herzog) un coñazo. A nivel cinematográfico también me parece un fiasco absoluto, puesto que "Nosferatu" de Murnau es un clásico inigualable, innovador y tan mítico que me parece un insulto realizar un remake de semejante estandarte del género. La película no vale un cagao, las interpretaciones pasan inadvertidas debido al sopor que va creando, los actores parece que no tienen alma, no siente ni padecen, es que no se salva ni el propio Klaus Kinski (actor fetiche del director), cuya apariencia como el vampiro protagonista es bastante resultona y está ciertamente conseguida desde el punto de vista estético, ni la bellísima Isabelle Adjani (un mito erótico de la época), la cual, para más inri, no sale ni mínimamente provocativa y tiene un aspecto de enferma anémica que no puede con ella. 

Hasta el vampiro se aburre tanto que decide echarse una siestecita

De verdad es tan pesada y tan aburrida que reíros de los truñacos más infumables de Bergman, Fellini o Lars Von Trier (por ahí andan los tiros, ni más ni menos). Eso sí, la recomiendo para todo aquél que padezca insomnio, ya veréis como en breve iréis notando como os va inundando un sueño relajante y profundo y en media hora como mucho de metraje ya estaréis roncando como tigres.

Si lográis aguantar despiertos al final podréis ver como el vampirito
le acaba hincando el diente a la yugular de la Adjani

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