martes, 25 de marzo de 2014

Hellraiser 3, el Infierno en la Tierra (1992) de Anthony Hickox



La nueva heroína, Joey Summerskill (Terry Farrell)
Y el universo de horror creado por Clive Barker siguió dando sus frutos y mala leche por doquier. Esta tercera parte de "Hellraiser" rompe, en cierto sentido, con la línea argumental de las dos anteriores. Ante todo decir que a pesar del puñado de fallos y carencias "artísticas" (denominémoslas así) que presenta, este tercer film de la saga, cumple a la perfección con el cometido para el que iba destinado. El porqué es tan simple como que es un film muy entretenido y que, fiel a la marca de la casa, todavía supieron superar con creces el nivel de casquería y sangre ofrecido hasta el momento, convirtiéndolo en un colosal deleite para todo fanático del gore. Argumentalmente, poco nuevo nos desvela. Por un lado tenemos a un chulo gilipollas, propietario de un club nocturno, J. P. Monroe (Kevin Bernhardt), que adquiere una extraña escultura, que guarda el alma mortífera del diabólico Pinhead (Doug Bradley), además de la susodicha cajita china que abre las puertas del Infierno. 

Una escultura muy siniestra

Por supuesto, este retrasado mental será el culpable de que nuevamente los cenobitas hagan acto de presencia en nuestro mundo, y esta vez con más mala leche que nunca. Por otro, tenemos a una periodista, Joey Summerskill (Terry Farrell), la cual se interesa por los sucesos ocurridos en las dos películas anteriores y decide investigarlos, por supuesto acabando involucrada en todo el pifostio de la caja de los cojones y el mal desatado por los cenobitas, convirtiéndose en el último acto en la nueva rival de Pinhead y de su ejército de perversidad infernal. 

La sangre está servida

Fiel al espíritu "Hellraiser", que no falte un toque picantón
Si dije que este "Hellraiser" rompía un poco con la esencia de los dos anteriores, es porque el tono con el que se nos presenta la historia, es totalmente distinta. El ambiente opresivo y digamos, más serio de antes, se pierde un tanto para dejar paso a la hemoglobina pura y dura. Pinhead se convierte ya en un personaje de gran peso; es más sanguinario y más satírico incluso (es como si hubiesen querido incorporarle las características socarronas de otras figuras de peso del terror como Chucky o Freddy Krueger, para hacerlo más comercial), así como ese juego de sadomasoquismo y torturas infernales que se traían hasta el momento, desaparece. Ahora tenemos ni más ni menos, a una determinada peña que se convierte en carnaza fácil y un nuevo ejército de cenobitas reclutados, con aspectos muy llamativos y grotescos, en pro de dar más espectacularidad. 

Nueva generación de cenobitas

Pinhead reclutando almas
También podemos comprobar como hay gran variedad de efectos especiales, muy correctos y muy bien realizados, tratándose de un film de su presupuesto, y toneladas de maquillaje para componer una de las secuelas más bestias de la saga (véase la escena de la brutal matanza en la discoteca, un auténtico éxtasis para todo goremaníaco in extremis). La historia, como ya he dicho, no es nada del otro mundo, ni aporta nada nuevo, incluso yo diría que presenta un montón de puntos ilógicos, pero eso no es lo que importa. La película, ante todo, es muy amena. Pierde lógicamente algo de calidad visual si se compara con las dos anteriores (a nivel fotográfico sobre todo se nota desmejora técnica), pero desde luego mantiene el tipo y es mucho mejor que muchas otras mierdas que vendrían después y que lapidarían el gran nombre de esta saga milenaria. Destacar a la protagonista, Terry Farrel, muy guapa y que cumple muy bien con su papel, convirtiéndose en una muy digna sucesora de Ashley Laurence y como no a Doug Bradley como el malévolo Pinhead, que como ya he dicho, se convierte en la estrella del film, como pasaría también con muchos otros de sus "compañeros" cinematográficos coetáneos de otras míticas sagas de terror. Sin más ni más, es una secuela para fans de la saga, a mí personalmente me gustó mucho, es un "Hellraiser" más que destacable teniendo en cuenta muchas de las bochornosas secuelas que vendrían después. 

El Bien y el Mal luchan en Pinhead (Doug Bradley)

*MI MOMENTO FAVORITO: el grotesco momento en el que Pinhead (Doug Bradley) parodia la crucifixión de Jesucristo en la Iglesia y le da de comer al cura su "carne", haciendo uso además de una diabólica ironía. 

Hasta Pinhead es bien recibido en la casa del Señor

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