miércoles, 16 de abril de 2014

Los últimos días de Pompeya (1935) de de Merian C. Cooper, Ernest B. Schoedsack



El prota, Quan Marcus (Preston Foster) y su hijo Flavio (David Holt)
A la vista del inminente estreno de la superproducción "Pompeya" en nuestro país (por cierto en Estados Unidos está siendo un fracaso rotundo), he decidido rescatar del olvido esta maravillosa pieza realizada en el Hollywood clásico, sobre la misma temática. Como su título indica, el film se centra en la historia de la ciudad romana de Pompeya, la cual fue sepultada bajo las cenizas cuando entró en erupción el volcán Vesubio, que la convirtió en un enorme cementerio. Así mismo también el film me parece de lo más apropiado de rememorar, porque no le falta su componente religioso, y estando en Semana Santa, no podía ser menos. En sí, la película no nos cuenta los últimos días de la ciudad, sino la vida de un gladiador, Quan Marcus ((Preston Foster), que es el ojito derecho de Poncio Pilato (magnífico Basil Rathbone, como siempre ejerciendo un papel de mequetrefe, cercano a un villano, bueno todos sabemos, los conocedores a grandes rasgos la historia de Jesucristo, que Poncio Pilato era un tanto miserable; personaje al dedillo de Rathbone). 

Flavio cae enfermo de muerte

Marcus tiene un hijo adoptivo a su cargo, el pequeño Flavio (David Holt), quien enferma de gravedad y se encuentra a las puertas de la muerte. Marcus por lo tanto lo lleva a Jerusalén, para visitar a ese hombre al que un grupo de seguidores llama el Mesías, llamado Jesús de Nazareth, quien con sus poderes (también conocidos por todos, ¿no?), curará al niño y posibilitará que crezca sano y salvo y se convierta en un apuesto jovenzuelo (John Wood). No obstante, la relación con su padre se torcerá, porque Flavio se rebela contra él y contra lo que para éste representa Roma, se convertirá en un insurrecto y se posicionará a favor de los más desfavorecidos, o sea los sometidos al opresor control romano. 

Marcus lleva a Flavio ante Jesús de Nazareth

Poncio Pilato (genial Basil Rathbone)
A todo esto, por supuesto, como bien sabemos, tendrá lugar la fatídica erupción del volcán en Pompeya, y todos sus problemas cotidianos quedarán sumidos a un gran nada, pues todos se vuelcan en algo que, entre tanto caos, parece imposible, sobrevivir. "Los últimos días de Pompeya" me parece un grandioso film épico, realizado por los responsables dos años antes de esa grandiosa obra maestra del cine de monstruos, "King Kong". Realmente, en los años treinta, todavía no se había instaurado en Hollywood la moda de las grandes producciones épicas (que se convertirían en muy recurrentes durante los cincuenta), así que llama la atención lo mucho que esta pareja de realizadores antecedieron a un género en sí, en muchos de los aspectos. Aunque eso sí, este film es una modesta producción, muy alejada de las apabullantes obras posteriores estilo "Quo Vadis", "Ben Hur" o "Espartaco"; no contaron con reputadísimas estrellas, ni con una parafernalia técnica característica de estas otras que vendrían después. 

Aquí Flavio (John Wood) más crecidito

Preparados para ver una lucha de gladiadores
No obstante, lo que no se puede negar (viendo además el gran trabajo que habían desempeñado con "King Kong"), es su magnífica labor como artesanos (los directores y por supuesto el resto del equipo), porque la película se ve magnífica desde el punto de vista artístico, con unos decorados espectaculares y unos efectos especiales (véase la tragedia provocada por la erupción del Vesubio) que para la época se ven absolutamente increíbles. La película además, es bastante amena, deja un tanto dado de lado el tema de la tragedia (que se produce en los últimos veinte minutos finales), pero no aburre y es más, nos ayuda a conocer a los personajes y confraternizar en cierto sentido, con ellos. En mi opinión es una película muy pero que muy buena, y más porque no se trata de una gran superproducción, pero roza el aspecto técnico de una de las grandes. Comentar también que fue una de las antecesoras al llamado subgénero de "catástrofes" que tan recurrido sería en el Séptimo Arte, precediendo a otras producciones de mayor parafernalia sobre tragedias históricas durante los treinta como "San Francisco" o "Chicago" (una sobre un terremoto brutal y la otra sobre un incendio, ambos hechos verídicos), viviendo posteriormente dicho subgénero un segundo período de popularidad en los setenta con films como "Aeropuerto" o "El coloso en llamas". En fin, que es un film memorable y digno de ser rescatado del olvido. 

Muestra de aquellos maravillosos decorados artesanales

*MI MOMENTO FAVORITO: los veinte últimos minutos, en los que se produce la famosa y esperada erupción del Vesubio. 

El Vesubio despierta y se arma la gorda

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