sábado, 12 de abril de 2014

No miréis en el sótano (1973) de S. F. Brownrigg



Un loco con un hacha (lo más normal del mundo en cualquier manicomio)
Uno de los más claros ejemplos del cine grindhouse de los 70 (de ésos que tanto le molan a Tarantino y cuyo espíritu tanto se esfuerza por imitar en muchas ocasiones, sólo que con elevados presupuestos, cosa con la que éstos no contaban). "No miréis en el sótano" se exhibió, por lo visto, en muchas dobles sesiones (que en los 70 eran muy típicas) junto con el fantástico film de Wes Craven, "La última casa a la izquierda" (cuyo estilo era parecidillo). Incluso en muchas de las publicidades de la época, se podía leer como reclamo que el film era de los mismos realizadores que el film de Craven, siendo esto una mentira como un campanario obviamente, además de que utilizaron exactamente el mismo slogan tensísimo de ésta otra "si usted nota que se va a desmayar, piense que es sólo una película, sólo una película, sólo una película" (así tres veces). Bueno, se ve que la tirada que había tenido "La última casa a la izquierda" les fue de perlas a los creadores de esta rareza cutrecilla, que en su momento fue bastante polémica, debido a la violencia de algunas de sus escenas. En sí, a mí el film, sinceramente, me parece una mierda. El porqué, no es porque tenga un aspecto cutre (de hecho eso le atribuye cierto atractivo nostálgico), ni porque haya sido hecha con cuatro dólares, sino porque su desastroso e hilarante argumento no consiguió atraparme en ningún momento, aparte de otros múltiples aspectos que actúan en su contra totalmente. 

Llega una nueva enfermera al manicomio, Charlotte (Rosie Holotik)

Un poco de tomate por aquí
El film se desarrolla en una especie de sanatorio mental, en el que un doctor trata a sus pacientes (a los cinco contados que hay) como coleguitas. Éstos están todos como putas cabras, pero el médico les muestra su confianza y les permite moverse libremente por cualquier lugar del centro, incluso prescinde de encerrarlos (ni siquiera por seguridad). Pero es que es tan imbécil (hablo del médico, supuestamente cuerdo), de darle un hacha a uno de los locos, para que corte la leña (que así se sienta útil el pobre). Pero al chiflado le da un arrebato y con dicha arma, ataca al doctor y lo mata (le está bien empleado por gilipollas). A la par, otra de las pacientes (obsesionada con que una muñeca es su bebé), estrangula a la única enfermera del personal (se ve que no podían escatimar en reparto); por lo que una psiquiatra se queda a cargo de la institución. Toda esta demencia narrada en un prólogo, que ya delata la estupidez argumental, va precedida de la llegada de una enfermera, a la que el doctor en vida, había contratado para trabajar en el manicomio. La enferma, no es muy bien recibida por la doctora a cargo del sitio, pero al final acaba asumiendo el puesto. Así irá encontrándose con la inmensa locura que habita tras las paredes del centro; algo que la verdad resulta un espectáculo dantesco difícil de creer y por supuesto, imposible de tomar en serio. 

Dos de los locos

Otro poco de tomate por aquí
La película es malísima. Los actores (ni uno profesional) son nefastos y a duras penas logran transmitir las sensaciones que deberían de ser las adecuadas. Las vivencias de los personajes, a lo largo de la trama, resultan tan ilógicas que acaban haciendo gracia, así que anula la posible efectividad de la ambientación que por momentos, por esa oscuridad y esa fotografía tan granulada típica del cine de clase Z de la época, pues llega a agobiar. No obstante, como ya he dicho, hay situaciones tan estúpidas, pero tan estúpidas, como ésa en la que una paciente intenta apuñalar a la prota y ésta ni se inmuta (aunque bueno ya la línea argumental de la que partía es la absurdez en estado máximo), que como peli de terror (que se supone que es) no funciona. Además, el ritmo es muy lento, muy lento, así que para colmo es aburrida; y en cuanto al tema de la violencia y el gore, pues también resulta bastante escasa. La única escena potente del film, en este aspecto, es el descuartizamiento de cierto personaje (a hachazo limpio) que puedo entender que en el momento de su estreno puede crear el grado de repulsión que al parecer, creó; aunque es más lo que se intuye que lo que se muestra (a día de hoy dicho fragmento se ve muy descafeinado). Pues poco más que añadir, aparte de que esta película pareció iniciar una moda muy presente en el género de terror y es el hecho de la utilización de títulos que resultan advertencias; véase "No vayas al bosque sola", "No vayas cerca del parque", "No entres en esa casa", etc. La película es un bodrio, cutre, aburrida y ridícula; en mi opinión no merece la pena ni como mera curiosidad. 

Preparados para el descuartizamiento

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