domingo, 28 de diciembre de 2014

¡Socorro, ya es Navidad! (1989) de Jeremiah S. Chechik



Los hijos de los Griswold cambian de rostro como de camisa
Tras haber mandado a los Griswold a unas accidentadísimas vacaciones alrededor de Estados Unidos y por Europa, en esta ocasión el guionista John Hughes decidió que la chiflada familia americana se tomase un descansito y se quedase en casita por Navidad, eso sí, no sin las desgraciadas consecuencias de siempre y esa mala suerte tan característica que les rodea. En lo personal, de todas las pelis que configuran la saga de las alocadas aventuras de los Griswold, creo que a ésta es a la que más afecto le tengo y no precisamente porque sea mejor o peor que otras (yo diría que están al mismo nivel), sino porque me trae un recuerdo muy especial. Hará unos veinte años recuerdo estar una Nochebuena con mis padres, mis abuelos maternos (de los cuales, mi abuelo falleció este año) y demás familia y haciendo zapping, recuerdo que empezó en TVE-1 esta película y nos quedamos todos viéndola hasta que terminó alrededor de las cuatro de la madrugada. 

¿Alguien apuesta algo a que la Navidad de los Griswold va a ser tranquila?

Obviamente no...
La de risas que nos echamos en ese momento con las payasadas de Chevy Chase en su afán por contentar al resto de miembros de su familia durante las fiestas navideñas. Recuerdo ese momento como algo muy entrañable y especial, un momento en el que las típicas discusiones de la cena quedaron sesgadas y todos lo pasamos estupendamente, gracias a esta disparate de aúpa. Sí es cierto que, habiéndola visto en ocasiones posteriores, con más edad y en otras circunstancias, la magia del film se ha disuelto y no ha hecho más que demostrarme que ese grandioso recuerdo vivido gracias a su visionado, fue más fructífero en base al entorno que a la propia valía de la película en sí, pero bueno, ya se sabe que la emotividad de uno, dependiendo del momento en que se encuentre, tiene un gran peso en nosotros, al fin y al cabo somos seres mayoritariamente sentimentales, aunque no queramos reconocerlo.
 
...el desastre estará servido

Una invitada muy especial a la cena
Hablando de la película como tal, pues ya lo he dicho, no me parece ni mejor ni peor que lo visto ya anteriormente en la saga, mantiene el mismo nivel en todos los sentidos, basicamente el argumento se inclina hacia la colección de gags tontorrones en pro de arrancar facilmente la carcajada del público y bueno, seamos francos, lo consigue en más de una ocasión, por muy desfasada que esté por momentos. Nuevamente tengo que protestar por un detalle que me cabrea profundamente y me saca de contexto. Ya mencioné en el comentario de la anterior secuela, "Las vacaciones europeas...", la garrafal cagada que habían cometido sus responsables al cambiar a los actores que hacían de los hijos de los Griswold en la peli original. Pues bien, aquí asistimos a un nuevo cambio, y debo decir que infinitamente para peor. Aquí la hija es interpretada por la petardísima Juliette Lewis (la cual se haría bastante popular poco tiempo después, en especial gracias a su participación en "El cabo del miedo") y el hijo es un jovencísimo Johnny Galecki (los ultrafans de la serie "The Big Bang Theory" seguro que lo reconocéis de sobra). 

Una cena llena de contratiempos

¡Cuidado, se masca la tragedia!
Lo más bochornoso del cambio no sólo es la brutal diferencia física exitente entre estos nuevos rostros y los anteriores sino que, si bien en las dos primeras pelis estaba bien claro que el chico era mayor que la chica, aquí te descoloca el hecho de que sea al revés, ella es una adolescente más que desarrollada mientras que el nene es un mocoso pubertoso. La verdad no entiendo semejante subnormalidad, si era una inocentada o qué santos cojones. Pero bueno, obviando mamarrachadas como éstas, hay que quedarse con el hecho de que "¡Socorro, ya es Navidad!" (nuevo título que los traductores españoles eligieron porque les salió, repito nuevamente, de los santos cojones), da exactamente lo que promete, gamberrismo y diversión, a la par de una cierta crítica burlona a todo lo que envuelve la festividad navideña y sus costumbres arquetípicas. Desde luego, siempre le guardaré un cierto cariño gracias a ese emotivo momento que me hizo vivir en la infancia; porque si hubiese tenido la desgracia de haberla descubierto más actualmente, seguro que le estaría dedicando otro tipo de palabras menos amables.

La factura de la luz va a ser cojonuda

*MI MOMENTO FAVORITO: recuerdo que cuando más me descojonaba era cuando veía al patoso del padre (Chevy Chase) pasándolas putas, colocando el alumbrado navideño en el tejado.

¡Alguien se va a llevar una buena hostia!

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