viernes, 13 de febrero de 2015

De amor también se muere (1946) de Jean Negulesco


 
La ricachona calculadora Heller Wright (Joan Crawford)
Bueno, pues como estamos muy próximos a San Valentín he decidido hacerle un pequeño huequecito al amor, y como en muchas ocasiones el amor no es tan bonito, ni maravilloso (ni nada de esto), he recordado este pastiche clásico acerca de los peligros de aferrarse a un amor no correspondido (la peor y más devastadora de las enfermedades que puede padecer un ser humano, ¿verdad?). ''De amor también se muere'' (puñetero título en español que, nuevamente, nos sirve de incómodo spoiler), nos cuenta la historia de Helen (una soberbia, como de costumbre, Joan Crawford), una ricachona entrada en años, seductora y bien posicionada que está acostumbrada a tener todo cuanto se le antoja. No obstante, ahora se le ha presentado un problema con el que no contaba, se ha visto presa irrefrenable del amor que siente hacia un joven violinista (John Garfield), el cual no se dejará influenciar por los deseos de la calculadora Helen. 

El joven Paul Boray (John Garfield) demostrando su valía en la música

Helen se ofrecerá a ayudar a Paul con su carrera musical...
Él vive centrado en su obsesión por triunfar en la música, en lo cual será apoyado económicamente por Helen, mientras que ella se verá presa de la obsesión enfermiza que comienza a sentir por él, lo que irá empeorando cuando descubra que él en realidad, no está dispuesta a corresponderla de la forma en que ella lo desea. Supongo que todos aquéllos que nos hemos visto presos de este tipo de sentimiento, podremos saber lo que jode dicha sensación, por lo tanto no nos será muy difícil, en resumidas cuentas, compenetrarnos con el estado de ánimo de la protagonista que comenzará su propio descenso a los infiernos, hasta que finalmente, se masque la tragedia. El film en sí, no me parece gran cosa, de hecho lo único que destacaría en la magna presencia de Joan Crawford (ya lo he dicho en otras ocasiones, para mí, una de las mejores actrices de los llamados años dorados de Hollywood), la cual se muestra en su línea, fría, opresiva y misteriosa. 

...y quedará prendada absolutamente de él

El desamor duele como mil puñaladas...
El resto de intérpretes pues, sinceramente, no están a la altura, de hecho el protagonista masculino, John Garfield, me resulta bastante soso y poco creíble, y más cuando comparte plano con la señora Crawford. Sin más ni más no deja de ser un melodrama típico de la década, bien dirigido, de buena factura escénica, una buena partitura y una elegante puesta en escena; aunque argumentalmente acabe siendo uno de tantos otros, sin nada que lo convierta en algo especialmente llamativo. Recomendable especialmente para los que comulguen con este tipo de pastiches romanticones; y para las víctimas del desamor (¡jodido desamor!), pues no sabría muy bien qué decir, quizás pueda servir como cierto aliciente para aliviar las penas (en pequeñas dosis, claro, porque curar un corazón roto es complicado no, lo siguiente); tal vez para tomar un ejemplo contrario al seguido por la obsesivamente enamorada protagonista, porque si hay algo seguro es que, todo tiene solución en la vida, menos la muerte.

...y puede llevar a cometer locuras irreparables

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