miércoles, 1 de abril de 2015

Nadie conoce a nadie (1999) de Mateo Gil


 
El prota, Simón (Eduardo Noriega)
¡Vaya basurón, madre mía! El debut en la dirección de Mateo Gil, coleguita y habitual colaborador de Alejandro Amenábar, no pudo ser más desastroso y lamentable. ''Nadie conoce a nadie'' aparentaba ser un interesante thriller, con tintes psicológicos, con la Semana Santa de Sevilla como telón de fondo. Su protagonista (Eduardo Noriega, que demuestra ser un gran actor nos descojonándose vivo del despropósito en el que se encuentra metido) se ve atrapado en un aparentemente peligroso juego, cuando sin darse cuenta se vea inmiscuido en una serie de letales atentados que irán produciéndose durante la celebración de la Semana Santa. 
 
El rollete del prota, María (Natalia Verbeke)

Aquí una jovencita Paz Vega, antes de
su papel estelar en ''Lucía y el sexo''
A priori la película, la verdad, pinta muy bien y su premisa parece la mar de interesante. Es más, cuando comienza parece indicar que vamos a encontrar un film serio, la historia engancha y por lo menos a mí, consiguió intrigarme. Pero esta falsa sensación no tardará en difuminarse, todo acaba desvariando hasta unos límites inimaginables. El film se torna absurdo e involuntariamente cómico, da la sensación de que los ideadores de su argumento, lo concibieron en medio de una soberana fumada, porque no se explica el nivel de patetismo alcanzado llegado determinado instante. La cosa se verá resumida a un puñado de frikazos papanatas, jugando con unas pistolitas a un juego de rol en medio de un grupito de nazarenos encapuchados; cuando presencié dicha escena el desconcierto me invadió, ¿esto era una broma?, ¿pero qué puñetas nos quería contar el bueno de Mateo Gil? El final ya es de traca, roza el bizarrismo más absoluto (en el más infame de los sentidos). 

La Semana Santa de Sevilla como telón de fondo

La película es un petardo, apuntaba maneras inicialmente pero acaba resultando un bodrio de tres pares de cojones, ridículo e infumable. Nada más que añadir, que Dios os coja confesados si decidís voluntariamente ser testigos de esta tortura audiovisual. Por cierto el bueno de Amenábar se encargó de realizar la banda sonora, debió de pillarle en un descansito mientras ideaba esa oda a la creatividad llamada ''Los otros'' (y entre medias se vio ''El sexto sentido''). 

Frikazos adictos al rol, liándola parda

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