viernes, 8 de mayo de 2015

Alerta roja en el gran hospital (1987) de William Fruet


 
Empieza la peligrosa pandemia
Aquí tenemos una pequeña joyita de serie B ochentera, modestísima, pero lo suficientemente bien ejecutada y entretenida como para pasar un gran rato de visionado sin pretensiones. El film pretende ser una especie de homenaje a las típicas pelis de los años cincuenta que contenían en su argumento una amenaza letal representada por un insecto mutado que adquiría proporciones abismales (amén de algún ramalazo de ''Aliens, el regreso''). El argumento tiene lugar dentro de un enorme hospital en el que se desata una peligrosa pandemia, provocada por la picadura de un insecto muy particular y peligroso. El bicho en cuestión acabará transformándose en un gigantesco armatoste que irá provocando la muerte a todo paciente que se vaya encontrando con él dentro del hospital, el cual se ha convertido en una ratonera, porque el ejército lo ha acordonado y no permite la salida del mismo a nadie, para sí contener la contagiosa pandemia. Por lo tanto en su interior, se generará una lucha a muerte para sobrevivir, porque a todo esto, el insecto se ha montado su nidito particular y sus tiernas larvas están a punto de emprender su correspondiente cruzada asesina. 

A punto de dar la alerta roja en el hospital

Una infante Sarah Polley
Acción, suspense, efectos especiales de andar por casa, bichos gigantes, ambientación ochentera y, ¡detalle curioso!; una infante Sarah Polley pululando por los pasillos del hospital mortal, son los ingredientes de esta ensalada, plato de buen gusto para todo amante de la serie B ochentera. Dirige William Fruet, especialista en pasteles mierdosos, véase ''Muerte por espasmos'' o ''Atrapado'', entre otros productos casposetes. Como ya he dicho, la peli se puede ver como mero vehículo de distracción, es modesta y cutrecilla en determinados instantes, pero también posee el encanto retro tan característico de estas producciones, teniendo en cuenta estos detalles, se puede disfrutar en su justa medida. 

¡Cuidado con el bichito, que se las trae!

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