jueves, 18 de junio de 2015

Flesh (1968) de Paul Morrissey



Aquí el prota, Joe Dallesandro haciéndose el interesante
mientras posa como Dios lo trajo al mundo
¡Atención muchachos! Que Lars Von Trier no inventó nada cuando el muy iluminado comenzó a hacer bazofia fílmica rodando sin esmero con una camarucha de tres al cuarto, puñados de personas haciendo el canelo, sin escenificación ninguna, ni composición artística de ningún tipo. Eso que este ''iluminado'' denominó movimiento Dogma para ir de genio y que a muchos gafapastas les pareció lo más de lo más, ya se había hecho muchísimos años antes. A todo un ''artista'' (de palo) llamado Paul Morrissey, apadrinado por el mismísimo Andy Warhol, un día cogió una camarita y no se le ocurrió otra idea mejor que ponerse a grabarle el culo al guaperas de Joe Dallesandro (bueno, el culo, el pene, los huevos, vamos toda su anatomía al descubierto), después cogió estas filmaciones, las montó y dijo ''¡venga aquí una peliculita que me he creado que se va a llamar ''Flesh'', y voy de creador cool y underground transgresor, qué guay!''. Básicamente eso es ''Flesh'', letárgicas tomas del cuerpo desnudo de Joe Dallesandro, todo un icono homosexual de la época y un actor malo e inexpresivo donde los haya. 

Aquí el prota dispuesto a ganarse los cuartos

Aquí Dallesandro enseñándonos el culete, ¡y él encantado!
La peli carece de nada interesante, es un plomo de campeonato. Dallesandro hace de un chapero yonki que se prostituye para conseguir pasta, porque además tiene un bebecito que mantener, así que como tiene un cuerpo Danone va vendiéndolo por ahí al mejor postor. Supongo que en su momento pudo resultar un producto de cierto contenido, como dije anteriormente, transgresor. En pleno fervor de la revolución sexual y la libertad que vivía Estados Unidos, una pieza como ésta podría rezumar cierto aire de rebeldía por los métodos establecidos en el cine. Pero no nos engañemos, no hay ni Dios que pueda aguantar este ladrillazo ni cinco minutos sentado en el sofá. En fin, quizás a los fanáticos (si es que los hay de verdad, como ellos se proclaman ''con la boquita pequeña'') del cine Dogma, les pueda molar como documentación prehistórica e precursora de dicho movimiento. Por lo demás, hablando con propiedad, imaginaos un enorme montón de mierda plagada de moscas, pues eso es el símil con el que comparo este truño, ya os podéis entonces hacer una idea de mis impresiones hacia ella.

Aquí el Dallesandro jugando con su baby, ¡desnudo por supuesto, faltaría más!

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