jueves, 11 de junio de 2015

Los ritos satánicos de Drácula (1973) de Alan Gibson


 
Puestos a que haya un sacrificio, que sea de una mujer de buen ver
Viendo esta pedazo de basura no es de extrañar que la Hammer se arruinase. ''Los ritos satánicos de Drácula'' es de lejos una (por no decir la que más) de las producciones de la compañía más bochornosas y denigrantes que existen. Ni la presencia de los grandes Christopher Lee y Peter Cushing sirvió para darle un poco de interés a un film irremediablemente malo, se mire por donde se mire. Como si no hubiesen tenido bastante con la ridícula ''Drácula 73'', el mismo equipo de ese lamentable engendro se puso manos a la obra para realizar la que sería la última de las secuelas de la saga de Drácula orquestada por la Hammer. Nada queda aquí de esa obra maestra que fue el ''Drácula'' de 1958 de Terence Fisher, esa obra increíblemente bien ambientada, de una puesta en escena inconmesurable, un clásico inmortal y perfecto en todos los sentidos. 

Drácula (Christopher Lee) de satánico maestro de ceremonias

El vejete de Van Helsing (Peter Cushing)
sigue dando por culo a Drácula
Nada, aquí todo queda sustituido por un pésimo trabajo de fotografía, un guión risible e ilógico y en resumidas cuentas un todo tan estrambóticamente estúpido que da vergüenza ajena que en sus créditos figure la palabra Hammer, teniendo en cuenta la magna labor de la productora años atrás en lo referido al género de terror. Al igual que su desastrosa antecesora, ''Los ritos satánicos de Drácula'', sitúa al mítico vampiro en la época actual (en el momento de realizar la cinta, en la Inglaterra de los años setenta) y nos cuenta la milonga de que el propio Drácula, se ha convertido en una especie de empresario todopoderoso que plantea gobernar el mundo. A su servicio cuenta con un montón de siervos que le hacen el trabajo sucio y para más inri, también es el oficiador de una serie de rituales satánicos (de jovencitas de buen ver, para así tener la excusa de sacarlas en bolas). Menos mal que anda por ahí el vejestorio del tataranieto de Van Helsing (Peter Cushing, que el pobre ya no está para muchos trotes) para derrotarle nuevamente. 

Lista para dar un mordisquito

En fin, que la película es una soberana mierda, no hay por donde cogerla, nada funciona, es risible y esperpéntica. Normal que la Hammer se hundiera poco después en vista del bajón de la calidad de sus films, una lástima que la saga de Drácula orquestada por la propia compañía, tuviese un final tan demencial y bochornoso. También supuso la octava y última encarnación de Lee como el conde vampiro, el actor atestiguó estar y harto del personaje y decidió colgar la capa para siempre. 

Drácula es un poco torpe, como un tontaina se ha enredado entre las zarzas

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