lunes, 28 de septiembre de 2015

La noche de las gaviotas (1975) de Amando de Ossorio



Susana Estrada poco antes de enseñar las tetacas
Tras ''La noche del terror ciego'', ''El ataque de los muertos sin ojos'' y ''El buque maldito'', el gallego Amando de Ossorio puso fin a su saga de los zombies huesudos templarios. ''La noche de las gaviotas'' no apunta gran cosa que no se haya visto con anterioridad, trama similar y misma realización patatera de turno (era lógico, que el presupuesto ajustado debía de ser una buena lacra), aunque eso sí, este film parece tomarse más en serio y presentar una historia algo más currada (sino compararlo con la cochambrosa película inicial, que por mucho culto del que goce, no deja de ser un bodriete bastante ridículo). La saga en general ha presentado constantes altibajos, exceptuando la segunda parte (cronológicamente la primera), ninguna de estas películas me parecen mínimanete destacables (insisto, a pesar de su estatus de clásicos glorificados dentro del fantaterror español y la serie B de dudosa categoría). 

Los zombies de los caballeros templarios vuelven a cabalgar

Víctima de un sacrificio
Centrándonos en ''La noche de las gaviotas'', tenemos como protagonistas a una pareja (la mujer es la mítica María Kosty, actriz poco habituada al género que, en serio, sale muy bien parada como scream queen de turno), que se traslada a vivir a un pueblecito costero (la mar de tenebroso) en donde son recibidos con mucha hostilidad por los lugareños de la zona. El porqué es muy simple, esta gentualla rinde culto a los perversos zombies de los caballeros templarios, ya conocidos por todos los hayan visionado el resto de la saga, a los que ofrecen inocentes muchachitas para ser sacrificadas de maneras sangrientas. De la película se puede destacar una cuidada puesta en escena (dentro de sus limitaciones, está muy conseguida), es más, me atrevería a decir que visualmente es la más currada y la más siniestra y mal rollera. No faltan las tipicas escenas gore de mercadillo, los monstrencos con caretas de goma y alguna que otra escenilla de destape (que ya andaba ahí el fin de la dictadura), no es para menos, hay que tener en cuenta que en el reparto estaba incluída Susana Estrada, asturiana que durante los setenta fue la reina de la provocación en nuestro país y figura cumbre del destape español (esta mujer aparece en el prólogo cinco minutos, y sólo en ese ratejo ya enseña el busto). 

Los protas acojonados vivos

Sandra Mozarowsky preparada para el sacrificio
La película es idónea para que los admiradores de este tipo de films de serie B baratejos y de terror casposa se peguen todo un homenaje, como siempre digo, aparte de suponer el cierre de la tetralogía de los zombies templarios configurada por Amando de Ossorio. Comentar como curiosidad final que aparece también la jovencísima Sandra Mozarowsky, personalidad cuyo recuerdo se ha evaporado con el tiempo, pero que considero que merece la pena rememorar. La chica murió en 1977 con 18 años sólo, en sólo unos pocos años la chica tuvo bastante repercusión como figura de la transición (sobre todo gracias, no lo vamos a negar, al destape). La cuestión es que su muerte no fue una muerte cualquiera, la chica se ''cayó'' por una ventana, y si digo ''cayó'' (entre comillas) es porque ésta se produjo de forma muy sospechosamente accidental. Durante mucho tiempo se rumoreó que fue amante del rey Juan Carlos I, y no sólo eso, también se comentó (y ella lo dejó caer antes de morir) que estaba preñada el monarca. ¿Os imagináis que supondría un hijito bastardo de Juancar? Pues bueno, todo se solucionó cuando la joven rodó desde un balcón. ¿Accidente, muerte conspiratoria? Eso nunca se sabrá, y como todo, el tiempo se llevó sus cenizas. 

R.I.P. Sandra Mozarowsky
(1958 - 1977)

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