martes, 10 de noviembre de 2015

El gran carnaval (1951) de Billy Wilder



El periodista sin escrúpulos Chuck Tatum (Kirk Douglas)
Grandiosa y devastadora obra maestra de Billy Wilder, el cual no sólo nos expone un excelentísimo film para poder ser degustado como tal, sino que también se marca una magistral crítica social contra el amarillismo y la manipulación por parte de los medios de comunicación. La peli arranca con un periodista, avispado, sin escrúpulos y propiamente dicho, muy manipulador (genuino Kirk Douglas), que comienza a trabajar en un pequeño diario provincial en Nuevo México, tras haber fracasado en un trabajo anterior, de más prestigio, por culpa de su adicción al alcohol. No obstante, ve el modo de volver a escalar puestos en su profesión y convertirse en un informador exitoso y destacado cuando acontece una desgracia, un pobre minero se ha quedado atrapado en un túnel, tras derrumbarse sobre él unas pesadas vigas de madero. Aquí es donde nuestro prota intentará sacar tajada, no sólo él, todo el pueblo convertirá ese triste acontecimiento en un espectáculo carnavalesco; los políticos del sitio se servirán para hacer campaña y hasta los hay que lo utilizarán como fines comerciales, cuando la noticia ha abarcado una cobertura nacional y el tema se ha convertido en interés de un público amplísimo. 

Tatum está dispuesto a todo por destacar como periodista

El pobre sepultado vivo, Leo Minosa (Richard Benedict)
El desgraciado del protagonista, tendrá la poca vergüenza de hacer creer al sepultado que es su colega y que se interesa por su salud y porque lo saquen pronto del agujero, pero no es así, el muy cabrón intenta retrasar lo más posible el rescate porque cuanto más días permanezca la víctima en medio de la desgracia, más noticia habrá para contar. La mujer del pobre desgraciado, una malévola rubia platino de mucho cuidado (Jean Sterling), tampoco será una pieza de gran ayuda para ayudar a su pobre marido, la muy zorra se muestra fría e interesada a pesar de que cuando muestra su verdadera cara, dan ganas de partírsela, se hace duro justificar tal ataque de machismo agresivo del que es presa por parte del fortachón protagonista. Total, que la hipocresía reina en el ambiente, un pobre hombre se va muriendo poco a poco con la esperanza falsa de que va a ser salvado y a tener más vida por delante y la cruda realidad, es que es un peón en un juego de intereses cuyos partícipes no son más que gentuza deshumanizada. Esa realidad mostró Wilder muy fervientemente, tristemente es un retrato bastante fidedigno de la triste realidad, pues a mí en lo personal el film me hizo acordarme de un atroz caso que tuvo lugar en 1985 en un pueblo llamado Armero en Colombia. 

Violencia machista contra la mujer de Leo, Lorraine (Jan Sterling)

El 16 de Noviembre de dicho año, el volcán Nevado del Ruíz entró en erupción y arrasó el pueblo, una niña llamada Omaira Sánchez quedó atrapada por el fango y restos de su propia casa destruída y durante tres días estuvo siendo filmada por diversos equipos de televisión. Mientras la niña se iba muriendo poco a poco, se fue recogiendo sus últimos instantes de vida y así fue como su agonía quedó reflejada en pantalla. ¡Muy triste, la verdad! Es curioso que los medios para la filmación y captación llegasen antes que los que posibilitasen su salvación y recuperación, pero así fue y eso fue real, porque por muy terrible que sea la historia de ''El gran carnaval'' no es más que una película, pero lamentablemente la atroz realidad siempre supera la ficción. En resumidas cuentas es una joya imprescindible para disfrutar y reflexionar, que no está mal hacerlo de vez en cuando.

R.I.P. Omaira Sánchez
(1972 - 1985)

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