martes, 10 de noviembre de 2015

La caseta del terror (1995) de William Cooke, Paul Talbot


 
El maestro de ceremonias (Gunnar Hansen)
R.I.P. (1947 - 2015)
Hace tres días falleció una figura icónica del terror, Gunnar Hansen, quien diese vida ni más ni menos al aterrador Leatherface en la original ''La matanza de Texas'' de 1974, y aunque su carrera como actor no fue especialmente llamativa, no se puede negar que su participación en dicho film lo encumbró sin lugar a dudas como un gran tótem dentro del género. Pues bien, aprovechando dicha noticia, he decidido hacerle mi particular homenajillo comentando esta peliculilla, la mar de desconocida, la cual yo tuve la ocasión de disfrutar en determinada ocasión hace ya unos años, durante su emisión en aquel magnífico canal que era ''Calle 13''. Su título es ''La caseta del terror'' y es ni más ni menos que una antología de cuatro (bueno, en realidad cinco) historias al estilo ''Creepshow'', las cuales les son narradas a un par de adolescentes que han ido de visita a una feria (tipo la de ''La casa de los horrores'') y han entrado en una atracción en la que un siniestro maestro de ceremonias (el propio Gunnar Hansen) les hará de hilo conductor entre una y otra a modo de narrador.

Los chavales testigos de las historias

La primera, con un aire a lo Clive Barker, nos cuenta el castigo que recibirá un padre irresponsable y maltradador, por haber cometido el error de haber preñado a su novia y posteriormente haberla abandonado con su respectivo retoño. Eso sí, el bebé no es precisamente normal, necesita alimentarse y sigue una dieta muy particular a base de bastante dosis de hemoglobina. A este padre se le van a quitar las ganas de volver a practicar cualquier tipo de actividad sexual a lo loco. 

Un bebé un tanto peculiar

La segunda nos sitúa en un ambiente muy rural. Un niño se va a vivir con sus tíos a una granja retirada de la civilización. El chaval notará que el comportamiento de sus parientes es un tanto raro, pero lo que no se imagina es que en realidad son dos hombres lobo. Aún así, habrá más sorpresitas llegado el final. 

Una parejita de licántropos muy mona

La hammeriana Veronica Carlson
La tercera nos lleva a la época victoriana, a un barrio londinense de clase bien en pleno siglo XIX (cuenta incluso con la participación de la hammeriana Veronica Carlson). Resulta que a un grupito muy particular de ricachones, no se les ocurre nada mejor para hacer durante la noche de Halloween, que una sesión de espiritismo, con el cuerpo presente de una momia con muy malas pulgas. El resultado será que una de las invitadas será poseída por el alma de la momia y monte una escabechina de mucho cuidado.Vamos que no quedará vivo ni el apuntador, como suele decirse. 

Sesión de espiritismo con la momia

La cuarta, con un peculiar homenaje a Lovecraft, nos hará ser testigos del pacto que hace un vividor cabeza loca con un tipo deformado que se encuentra recluído en una vieja y enorme mansión. Este ser de aspecto poco agraciado, le propone cambiar sus respectivas almas por el cuerpo del otro, a cambio de una cuantiosa suma de dinero. Nuestro prota acepta el trato sin ser consciente de la desagradable metamorfosis de la que va a ser víctima. 
 
Un freak en toda regla
 
Finalizadas las cuatro historias, la acción regresa a la feria donde el maestro de ceremonias se reserva una sorpresita que cerrará el film a modo de una historia más, tan bizarra como el resto. Pues bueno, la película en realidad es una producción de serie B de escasísimo presupuesto y de realización precaria y flojilla. No obstante, a mí me gustó, dentro de sus posibilidades y limitaciones, me llegó a agradar bastante. Las historias no están nada mal, existe una amplia variedad de temas relacionados con el terror (véase licántropos, monstruos, espiritismo, momias, etc.), presenta efectos de maquillaje muy currados y logrados e incluso un toquecito de gore nada desdeñable, lo cual la hace una elección bastante interesante para el aficionado al terror (eso sí, teniendo en cuenta, repito, su precariedad), a la par de que presenta la oportunidad de ver a Gunnar Hansen sin portar una aterradora careta y una ruidosa sierra, lo cual resulta toda una grata curiosidad. 

Con sorpresita se cierra la antología

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