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martes, 10 de febrero de 2015

Las amantes del vampiro (1970) de Roy Ward Baker



¡Si te pilla ésta, menudo bocado!
Este film supuso un marcado cambio de estilo en la producción de las películas de la Hammer. La productora empezaba a achacar cierta decadencia tras más de una década explotando un terror fantástico, de tipo más clásico y necesitaba desesperadamente adaptarse a los tiempos modernos. A principios de los setenta el despelote y el erotismo estaban a la orden del día, así que la Hammer, ni corta ni perezosa, decidió apuntarse al carro y comenzar a realizar films menos sutiles y más picantones. ''Las amantes del vampiro'' fue la primera de la lista de una serie de películas de dicha productora que hizo gala de una carga más erótico festiva, en concreto, en explotar (con meros fines comerciales) el tema de una relación lésbica entre una vampiresa y sus víctimas femeninas. 

La sensual vampiresa Carmilla (Ingrid Pitt)

A Carmilla le encanta retozar con las féminas
La inspiración vino de una novela gótica llamada ''Carmilla'' de Sheridan Le Fanu, protagonizada por una bella y falta mujer vampiro (anticipándose incluso a la publicación de la más famosa ''Drácula'' de Bram Stoker), de hecho, sirvió a la Hammer como referencia para realizar una trilogía sobre la estirpe vampírica, los Karnstein (encabezada por la que nos ocupa y seguida por ''Lujuria para un vampiro'' y ''Drácula y las mellizas''). El film pues nos sitúa a finales del siglo XIX donde una bellísima y sensual vampiresa Carmilla Karnstein (la fascinante polaca Ingrid Pitt -que se convertiría en una musa tardía de la productora-) que utiliza sus curvas y sus abundantes prominencias, para camelarse a jovencitas de la zona por la que pulula, a las que convenientemente chupa la sangre que le sirve como sustento para sobrevivir. 

Carmilla es toda una fiera

Siempre es un placer ver al magno Peter Cushing
Carmilla es una vampiresa atípica, al menos su figura presenta sendas modificaciones en lo referente al conocido vampiro clásico (cuyo máximo exponente, es el propio Drácula); puede pasear a la luz del día, su imagen se refleja en un espejo, no necesita volver desesperadamente a su ataúd para descansar, puede comer y beber como los seres humanos normales y además es capaz de desintegrarse. Aunque lo que más llamó la atención es su reconocible gusto lésbico, ella seduce a sus víctimas femeninas (incluso se deja caer que siente verdadero amor por alguna de ellas, aunque su condición feroz le obliga a acabar con la vida de la misma), lo cual dejó para el deleite visual de los espectadores de la época, unas cuantas escenitas un tanto subidas de tono que, en realidad, vistas hoy en día, resultan de lo más light y suaves (básicamente se resumen a enseñar el busto del reparto femenino de la peli -en especial el de Ingrid Pitt-, aunque bueno, seguro que cuando vio la luz, el público -sobre todo masculino- debía de enloquecer). 

Este valiente caballero (Jon Finch, futuro prota de ''Frenesí''
de Hitchcock) enfrentándose a la vampiresa, con un par

El Doctor (Ferdy Mayne, que ya
había hecho de vampiro en ''El baile de los
vampiros
''
de Roman Polanski)
No obstante, debo señalar que aunque ''Las amantes del vampiro'' comenzó a representar el comienzo de la ''decadencia'' artística de la productora en pro hacer productos en los que primase enseñar pechuga para contentar al público del momento, no hay que obviar que no deja de ser un film de exquisito buen gusto. Está muy bien rodado (dirige Roy Ward Baker, el cual también sería el responsable de ''Las cicatrices de Drácula'' el mismo año), perfectamente ambientado (al estilo clásico característico de la productora), posee una grandiosa banda sonora y en resumidas cuentas es elegante y sofisticado (quien se espere algo más chabacano o ''guarrete'' al estilo de otros films sí catalogados propiamente como eróticos, se llevará una decepción masiva). En lo personal, me gustó bastante, está un tanto alejado de otros gratos clásicos de la productora, pero mantiene a la perfección el tipo. A destacar en el apartado actoral, al gran Peter Cushing en un papel un tanto breve (lo cual delata que su aparición es un mero reclamo más que otra cosa) encarnando su eterno rol de mata-vampiros por excelencia, y por supuesto al alma de la peli, la provocadora y híper sensual Ingrid Pitt, cuya performance de Carmilla, la convirtió en un icono sexual y aterrador al mismo tiempo.

No hay fémina que resista un buen sobeteo de Carmilla

En líneas generales me parece una peli que justamente merece reconocimiento, es bastante buena y en cierta manera, supuso todo un estandarte en el que muchos otros se fijaron para realizar sendas imitaciones por el tema de aunar vampirismo y lesbianismo (amén de otros bodriacos de Jean Rollin o Jesús Franco -aunque éstos en plan curcio y mierdero-).

De visita por la cripta de Carmilla

*MI MOMENTO FAVORITO: cuando el general Spielsdorf (Peter Cushing) le da sagrada sepultura a la peligrosa Carmilla (Ingrid Pitt).

Eso es tener buena cabeza y lo demás, tonterías

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