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miércoles, 12 de octubre de 2016

Blancanieves, la verdadera historia (1997) de Michael Cohn



La joven Lilli ''Blancanieves'' (Monica Keena)
Seguramente a prácticamente todos se nos vendrá a la cabeza el clásico de Disney, cuando se nos menciona el nombre de ''Blancanieves'', pues si bien siendo un cuento adaptado por los hermanos Grimm, de narraciones populares, hace ya un buen porrón de añitos, a una gran mayoría se nos quedó esa visión cándida e infantil de dicha historia y correspondientes personajes. Pues bien, aquí tenemos la parte opuesta de dicha visión, una versión oscura que vendría a pretender ser más fidedigna al espíritu del cuento clásico, bastante alejado de lo plasmado en pantalla por la Disney. Aquí no hay príncipes encantadores, ni enanitos tiernos, ni animalitos entrañables que ayudaban la canturreante Blancanieves en las tareas domésticas, para nada. Lo que sí que hay es una madrastra con muy mala porra, pero mucha, y ésa es nada más y nada menos que la mayor opositora de ''Alien'', Sigourney Weaver, que está más que espléndida como villana cabrona. Pues bien, básicamente tenemos el mismo libreto de la clásica ''Blancanieves'' que todos conocemos, pero en versión tenebrosa, o sea una princesita (una muy acertada Monica Keena, posterior prota de ''Freddy vs. Jason'') sobre la que recaen los más furiosos celos de su madrastra envidiosa, la cual hará lo posible por putearla, llegando a extremos desproporcionados. 

La malvada madrastra, Claudia Hoffman (Sigourney Weaver)

Uno de los ''enanitos'', y no precisamente muy amable
La tía resulta una psicótica cojonuda, e inducida por su no menos aterrador espejito del alma, acabará montando un pifostio en el castillo de la virgen. Primero convertirá en un auténtico vegetal a su marido y padre de la dulce Blancanieves (un desaprovechado Sam Neill, que prácticamente hace de mueble en todo el film), después acaba provocando la pertinente huída de la princesita de su hogar haciendo que acabe en la cabañuca roñosa de los siete ''enanitos'' (aquí no enanos, salvo uno, siendo éstos deformes, delincuentes, violadores; vamos unas joyitas) que no resultan tan ''amables'' con nuestra heroína y por si fuera poco acaba cargándose a todo el que le estorba mediante sus pertinentes técnicas de brujería macabra. Lo mejor, es el recurso de la manzana envenenada en el que la madrastra se transforma en una bruja acojonantemente fea, delatando una genuina labor de maquillaje por parte del equipo desempeñador de esta labor y un final en el que la princesita ingenua decide con un par plantarle cara a su zorra madrastra. 

No podían faltar la bruja y la manzana

La película presenta una muy loable factura técnica, realmente no contó con muchos medios y fue destinada al mercado doméstico y televisivo, por lo tanto no goza de una elaboración muy esplendorosa, pero por ejemplo la localización de escenarios, ambientación, fotografía, son detalles en los que el film destaca de lleno y resulta la mar de efectivo. Tampoco se queda corto en mala leche, sin ser especialmente violento ni abusar de escenas gore, resulta de lo más efectivo a la hora de dejar claro su tono adulto. Las interpretaciones también son un gran punto a favor, en especial como ya destaqué, Sigourney Weaver,  y a su joven oponente, Monica Keena, por encima del resto. La verdad quizás habiendo supuesto una producción de mayor categoría, o con un Tim Burton en los títulos de crédito el film hubiese sido más ostentoso y reconocido, no obstante no está nada pero que nada mal, sin lugar a dudas es lo que cabría esperar de una versión oscura y tenebrosa del cuento de ''Blancanieves''.

Esperando el mordisco mortal

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