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jueves, 31 de marzo de 2016

Los largos cabellos de la muerte (1964) de Antonio Margheriti



La pobre bruja pasto de las llamas
Gran gozada de clásico de terror gótico italiano, Antonio Margheriti volvía a tomar el testigo del gran saber hacer que el maestro Mario Bava había demostrado en la joya ''La máscara del demonio'', y nos regala un auténtico placer para los sentidos. Margheriti había realizado el mismo año otro peliculón de horror gótico, ''Danza macabra'' y como no podía ser menos, repite con la misma protagonista, la hipnótica y magna Barbara Steele (también protagonista del film mencionado de Bava), estrella por antonomasia del género del momento. Así pues nos presenta una historia en la que se denotan todos los elementos propios del género, un siniestro castillo medieval, pasadizos repletos de claroscuros tenebrosos y telarañas amenazantes iluminados por tenues luces de velas, maleficios macabros, brujas, espectros, venganzas de ultratumba, etc.; todos perfectamente constituidos y endulzados por una puesta en escena elegante y prodigiosa. 

El desquiciado Barón Humboldt (George Ardisson) oculta muchos trapos sucios

La magnética habitual en el género, Barbara Steele
No falta la usual y despreocupada utilización de la violencia, incluso un toque de sensual erotismo transgresor para la época (incluso en un fotograma, censurado en montaje, se podía presenciar un pecho femenino, ¡en 1964!), se notaba que los italianos no se cortaban un pelo ante eso de pasarse las reglas establecidas por la moral cinematográfica por donde a ellos les pareciese. ''Los largos cabellos de la muerte'' es un film excepcional, aunque ante la ausencia de su existencia doblada al castellano (sólo se encuentra disponible en versión original con subtítulos) echará para atrás a muchos, suponiendo por ello que se pierdan una pieza de horror clásica increíble. A destacar por supuesto a Barbara Steele, ¡como no!, haciendo un doble papel, esta mujer era portentosa, su rostro y sus gestos ya hablaban por sí sola. Recomiendo sin lugar a dudas dejarse atrapar por esa asombrosa y poética escenografía y su aterrador libreto, digno del mismísimo Edgar Allan Poe.

Los muertos son los que mejor guardan los secretos

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