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martes, 1 de marzo de 2016

Las horas (2002) de Stephen Daldry



Un Oscar deberían de haberle dado al que fue capaz de
disimularle el bótox a Nicole Kidman tras esta nariz postiza
¡Madre mía, menudo ladrillo!, ''Las horas'' es otra de esas películas aclamadas y ''condecoradas'' con un montón de premios que, bajo mi punto de vista, se merecen sin dudas esta apreciación. Un bodrio con muy buenos actores, creo que es la mejor forma de describir las dos horas eternas de aburrimiento en el que rezas porque se acabe de una vez. Prueba de nuevo, que no basta con tener un excelente reparto y unas sólidas interpretaciones para levantar un pestiño de película. Dos horas con una serie de personajes que parecen zombies con nada de sangre en las venas, inundados de unas depresiones incomprensibles y unos arrebatos suicidas que no alcanzo a comprender. El problema del film es que está horriblemente narrado, sufre de una carencia de ritmo alarmante, lo que lo convierte en un ladrillo de mucho cuidado.
Laura Brown (Julianne Moore) conecta con su lado lésbico

Meryl Streep se compadece de un Ed Harris que
interpreta a un enfermo terminal de SIDA
Da la sensación de que el guionista no tenía ni idea de lo que es crear una estructura narrativa, no hay coherencia, y en ningún momento logró interesarme lo más mínimo en ningún aspecto, la forma de interconectar las historias de las tres mujeres de distintas épocas es confusa, rancia, insustancial y carente de ritmo. De las tres actuaciones protagonistas, sinceramente me parece que tanto Meryl Streep como Julianne Moore (desde mi punto de vista; la mejor de las tres en este caso) se comen de lejos a la oscarizada Nicole Kidman, debe de ser que como la pobre renunció a su rostro de cerámica con una deforme nariz postiza decidieron premiarla por ello. En fin, podría extenderme más largo y tendido poniéndola a parir, pero ¿para qué?, es un bodrio sobrevalorado como muchos otros que inundan la pantalla, con la excusa de rellenar hueco en la gala de los Oscars de turno. Sólo se la recomiendo a mis peores enemigos como tortura martirizadora. 

Hay maneras más sosegadas de darse un bañito

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