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lunes, 6 de junio de 2016

Kill Bill, vol. 2 (2004) de Quentin Tarantino



La Thurman continúa con su venganza
Siempre se suelen admirar los diálogos de las pelis de Tarantino, y la verdad tienen su mérito, porque ¿de qué otra manera, que no utilizando, pedantes y larguísimas parrafadas de paja insulsa, se podrían haber construido dos mamotretos de dos horazas con un argumento tan simplón y bufonesco como el de ''Kill Bill''? Para contarnos la venganza de una tía a la que unos cabrones le rompen la cara a hostias, le roban a su bebé del vientre y que vuelve casi de la tumba (no es exageración) para vengarse a espadazo limpio, Tarantino hecha cuatro horazas. ¡Menos mal que no le dio por estrenar un ''Kill Bill'' en un único volumen! Eso sí que crearía lesiones cerebrales irreparables. La cuestión es que tras una primera parte, estrambótica, inverosímil, absurda en todo su contenido y abismalmente sangrienta, llegó la conclusión de la misma, en ésa que como apuntaba su título, Uma Thurman por fin se iba a cargar al señor Bill del título (el mítico prota de la serie ''Kung Fu'', David Carradine), vamos que a nadie le iba a pillar de sorpresa la cosa. Y bueno, el esperpento fue masivo. 

Haciendo la versión bufonesca de ''Karate Kid''
 
Realmente salir de la tumba es más fácil de lo que parece
Las estupideces se triplicaron todavía más; sino ver la escena en la que Michael Madsen supuestamente le revienta el pecho a la Thurman con una escopeta de dos cañones y a la tipa no le hace ni cosquillas, no sólo eso, la entierra viva y ella sale como si nada de la tumba a hostia limpia (¡ni Superman!). Pero bueno, es Tarantino, la estupidez en él se ve que adquiere unas connotaciones beneficiosas, no por nada es un genio, ¿verdad? Encima, vemos como la cantidad de sangre del primer segmento es bastante erradicada, en una segunda parte mucho más contenida y mucho más light (se les acabaría el tomate), aunque se agradece en cierto sentido que no haya tanto aluvión de japos saltando por aquí y por allí con catana en mano, lo cual denominarlo como saturante, era quedarse corto. Lo único que me gustó a grandes rasgos de esta segunda parte fue el enfrentamiento en Uma Thurman y Daryl Hannah (la mítica sirena de ''1, 2, 3,... Splash''), la cual sale guapísima y muy sensual; unos escasos diez minutos destacables en medio de un mojón de algo más de dos horas. 
 
Una malvada y tuerta Daryl Hannah (emulando a la parcheada de ''Thriller'')

Ojo que no ve...
El tercio final me resultó extremadamente cansino e insoportable (sobre todo por su casi total detención de todo elemento de acción, lo cual delata un ritmo muy irregular), para acabar además rematado por una estúpida ''vengancita'' de mierda, en la que para colmo iban implícitos sentimentalismos ridículos. Me parece curioso que nadie se pare a mencionar el patetismo argumental de este pack demencial que confluyen las dos partes de ''Kill Bill'', el macarrón de Bill ama a la Thurman, pero no tiene ningún reparo en pegarle un tiro en la cabeza (el cual no le hace ni cosquillas, porque la tía parece Terminator), ni romperle el espinazo a guantazos, ni matarla de aburrimiento con una parrafada innecesaria sobre el mismísimo Clark Kent (¡ver para creer!). Habrá quien diga, los que sean cultos y expertos (¡claro!), que es una peculiar historia de amor, pasada por el fino filtro personal del estilazo creador de Tarantino, porque para eso es un dios, pero yo digo y no me corto que estamos ante una pedantería con mayúsculas, una gilipollez extrema disfrazada de portentosa obra maestra sólo porque su realizador adquirió esa fama tan suprema. ¿Que estoy reciclando mis propias palabras de otras críticas dedicadas a este señor? Puede, es un digno ''homenaje'' para él, porque sus prodigiosas ''obras maestras'' de marras, así lo merecen y porque el hipsterismo, nunca ha sido lo mío. 

¿Llegó el momento ya de matar a Bill?

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