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miércoles, 19 de febrero de 2014

Siempre queda el amor (1998) de Forest Whitaker



Birdee (Sandra Bullock) en un programa de televisión con la
zorrita que se trajina a a su marido (Rosanna Arquette)
Culebrón pasteloso donde los haya. Recuerdo que la vi por la simple y mera curiosidad de que la protagonista era Sandra Bullock, actriz a la que adoro y que me parece excelente (aunque muchos memos, parecen querer negarle sus méritos, prefieren reconocérselo a otras palurdas -no daré nombres-), pero vamos, que de poco me sirvió. Viéndola me tuve que aguantar tres o cuatro veces el vómito, de lo intragable que se me hacía el argumento, según iba avanzando. El film es nada más y nada menos, que un conjunto de clichés repetitivos de todo petardazo romanticón que se preste. Eso no impidió que fuese un éxito más que notable (sobre todo en Estados Unidos), llegando a recaudar más del doble de su presupuesto, y es que es indudable que la presencia de Sandra Bullock siempre ha sido un reclamo muy potente para la taquilla, a pesar de que, no sé por qué, a mucho maniático con enquina enfermiza parece ponerle cachondo el hecho de ponerla a parir, que si no vale un cagarro como actriz, que si no logra empatizar con sus personajes y no sé cuántas más mierdas he oído y leído despotricar contra ella. En mi opinión, Sandra es lo único verdaderamente destacable de la película, es más, hace un papel dramático excelente, para todo aquél que dude de su portentoso talento para empatizar, me gustaría que se parase un poquito a revisar las escenas en las que Sandra interpreta las escenas más tristes; me parece que consigue una labor más que realista y emotiva. 

Birdee con su insoportable hija, Bernice (Mae Whitman)

Ramona (Gena Rowlands), la madre de Birdee,
será su principal apoyo moral
El resto, pues la verdad, es que la historia me pareció de nulo interés. Nos cuenta la difícil situación de una mujer, Birdee (Sandra Bullock), madre de una niñata insoportable (que cada vez que aparece dan ganas de estrangularla), a la que su marido (Michael Paré, mítico prota de esa joyita ochentera llamada "Calles de fuego"), pone los cuernos con su mejor amiga (Rosanna Arquette). Pero no contentos con la humillación que esto supone, los muy hijos de puta, llevan a la pobre Birdee a un popular programa televisivo y la informan de la infidelidad delante de las cámaras. Birdee, por lo tanto, se va de su casa y huye a su pueblo natal, a casa de su madre (una también excelente y veterana Gena Rowlands), en donde, ¡como no!, se encontrará con un antiguo amor (el pedante de Harry Connick Jr.) y, el romance volverá a afluir. De por medio irán surgiendo un sin fin de encontronazos tristones que irán componiendo un libreto que intenta avivar la lágrima facilona al público. En resumidas cuentas, queda una película ochenta mil veces vista, un dirección plana y un pasteleo, que para los que no casamos con los films romanticones, se convertirá en un potaje imposible de digerir.  En resumidas cuentas, el film no me gustó un pimiento, mucho sentimentalismo exagerado, unos secundarios de mierda (entre los que destaca la niñata insoportable de la hija de Bullock), y para colmo una duración excesiva (casi dos horazas), para mí la convierten en un mojón de tantos otros, únicamente recomendables para marujonas o acérrimas fans de films empalagosos hasta la médula. Eso sí, Sandra Bullock brilla con luz propia, así que alguien que como yo, la adore, deberá de debatirse entre la difícil decisión de verla para disfrutar de su presencia, aunque para ello sea necesario soportar el petardo que resulta el argumento. 

Quien afirme que Sandra Bullock es mala actriz, que le eche un vistazo a escenas como ésta

Como curiosidad, el director es Forest Whitaker, ese actor negro protagonista de la más actual "El mayordomo" y premiado con un Oscar por "El último rey de Escocia", que como intérprete puede ser muy bueno, pero que como director, no es que sea para nada destacable.

Birdee volverá a encontrar el amor en el chulo de Justin (Harry Connick Jr.)

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