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lunes, 10 de febrero de 2014

Romeo y Julieta (1936) de George Cukor



Julieta (Norma Shearer) poniendo cara de gilipollas;
lo que hace el enamoramiento
Seguramente no haya existido, ni existirá, una historia romántica más representativa que "Romeo y Julieta". La famosísima obra de William Shakespeare, se convirtió en un texto inmortal, en una obra universal y por supuesto, no podía ser menos, en un más que recurrente trabajo llevado a la pantalla grande en numerosísimas ocasiones. Pues bueno, aquí traigo la primera de ellas (sonora porque ya se realizó alguna que otra muda, aunque por lo que he llegado a saber, se encuentran ilocalizables), dirigida por el aclamado director George Cukor en 1936. Debo decir que, y una vez más dejo al descubierto mi impaciencia para leer (aunque sean obras magnas de la literatura), no he leído "Romeo y Julieta" de Shakespeare; no entero al menos, a excepción de algún fragmento en la escuela, al estudiar la vida del señor Shakespeare, así que vagamente podría hacer comparaciones en lo referido a la fidelidad del film. No obstante, sí que puedo decir que la estructura narrativa de la misma es seguida al dedillo (y es que, el desarrollo de los acontecimientos de la misma, es de sobra conocido por todos). Nos presenta la trágica historia de amor de los protagonistas, Romeo (Leslie Howard) y Julieta (Norma Shearer), desarrollada en Verona en el siglo XVI. Ambos personajes pertenecen a familias rivales, los Montesco y los Capuleto, los cuales se odian tanto, pero tanto tanto, que cada vez que alguno de ellos tiene un encontronazo casi salta la sangre. 

Los Montesco y los Caputelo todo el día a ostias

Romeo (Leslie Howard), con unos cuantos añetes más de lo previsto
No obstante, el amor todo lo puede y Romeo y Julieta llegan a quererse tanto (a extremos que rozan el imbecilismo más empalagoso) que están dispuestos a todo, por vivirlo libremente. Llega un momento en el que la situación se vuelve tan tensa y tan extrema, que se darán cuenta que la única forma de solucionar sus problemas es dar rienda suelta a un amor no terrenal, o sea que quitándose de en medio mediante el suicidio, sus almas lograrán la estabilidad y felicidad que no han tenido en vida; vamos la base del movimiento romántico, presente en casi todas las obras de los autores de esa época. Bueno, hay que decir que "Romeo y Julieta", como portentosa producción de la Metro Goldwyn Mayer de aquella época, goza de una excelente puesta en escena, una preciosa fotografía en blanco y negro y en líneas generales, una corrección técnica evidente. Ahora bien, el nivel de cursilería de la historia en tan excesivo, que considero desde mi punto de vista personal, que hay que tener un gran aguante o ser un empedernido romántico para soportar tanto empalagamiento pasteloso. La utilización de una prosa tan poética dudo mucho que sea apreciable a día de hoy, por lo que a ojos de un espectador actual seguramente el film le resulte pedante como él solo. 

Un acierto de la peli es contar con la participación de Basil Rathbone,
haciendo de un oportuno villano (con nominación al Oscar incluída)

La famosísima escena del balcón
Uno de los puntos que más perjudica al film, en mi opinión, es la elección de los actores. Si bien, en el texto original de "Romeo y Julieta", los protagonistas son dos chavalines muy jovencitos, de edad adolescente o cercana a ésta, la Metro insistió en que la película fuese protagonizada por dos actores populares del star system del momento. Leslie Howard (reconocido por ser el amor platónico de Escarlata O'Hara en "Lo que el viento se llevó") contaba con 43 años y Norma Shearer unos 34; así que se hace demasiado cursi el hecho de ver a dos adultos hablando como palurdos empedernidos víctimas de un enamoramiento idiotizante (que en las carnes de unos jovenzuelos no quedaría tan chocante) dedicándose una serie de palabros sensibleros y repelentes, en ocasiones da la sensación de rozar lo cómico y lo paródico, que lo trágico que exige el argumento. Como ya he dicho, esta versión de "Romeo y Julieta" posee sus indudables aciertos en la parte técnica, no iba a ser menos tratándose del tipo de producción que era, pero si tengo que juzgarla desde una perspectiva sincera, a mí me resulta un pastiche romanticón de tomo y lomo bastante difícil de tragar. En fin, ¿qué le voy a hacer?; no me caracterizo por soportar películas cuyo motor es el amor de dos palurdos, por muy inmortal que la historia en sí, esté considerada y cuyas razones para ello, sean indiscutibles por su valía histórica. 

Romeo piensa que Julieta está muerta, pero sólo está echando un sueñecito

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