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Spencer Tracy repite como Stanley Banks |
Tras el éxito de
''El padre de la novia'' (a día de hoy más conocida gracias al
remake noventero protagonizado por Steve Martin), el mismo equipo se puso en marcha para sacar al año siguiente una secuela inmediata que es la que nos ocupa (también
remakeada en los noventa, con Steve Martin de protagonista).
''El padre es abuelo'' (así se tituló en España) nos cuenta los sucesos posteriores en la vida del matrimonio Banks (Spencer Tracy y Joan Bennett -siempre recordaré a esta mujer por ser una de las emblemáticas villanas de esa joya de Dario Argento,
''Suspiria''-) al enlace de su hija (Elizabeth Taylor). Si al patriarca, Stanley, le había costado un disgusto tremendísimo la boda de su hija, no le sentará mejor el hecho de saber que ésta espera un bebé, convirtiéndolo en abuelo irremediable. Aquí nuestro prota no parece haber madurado y lleva sus neuras a un paso aún más intensificado, no sólo pretendiendo aparentar que todavía es un jovenzuelo (¡qué iluso el pobre!), sino también cogiéndole una manía tremenda a la pobre criaturita que está por nacer, eso sí, hasta que experimenta en sus carnes eso de ser abuelo y ya, pues se le caerá la babita.
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Stanley a punto de saber que va a ser abuelo |
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Stanley sostiene una charla con su hija Kay (Elizabeth Taylor) |
Pues bueno, ni más ni más, es una comedieta muy made in Hollywood de los años cincuenta, muy correctita, muy costumbrista y muy puritana. No cabe duda de que está llena de buenas intenciones (era un cine familiar muy ingenuo, acorde a los cánones de la época) y que es transmisora de mensajes de un gran buen rollo, muy al estilo de su antecesora. De cara a la crítica se llevó bastantes hostias, y es que se aclamó tanto a la primera parte (incluso fue nominada al Oscar a la mejor película) que sobre ésta se cebaron un poco a mala fortuna. Yo no creo que sea tan mala, es más, no la considero ni inferior a la primera, sigue la línea establecida por ésta y es fiel al estilo tradicional hollywoodiense del momento (hay comedias más ranciucas e insoportables, mejor valoradas). Si algo destaca, por supuesto, es Spencer Tracy, que se roba la película (también lo hizo en la anterior), ensombreciendo con creces a una sosa Elizabeth Taylor, por entonces, todavía no tan popular (no tardaría en convertirse en toda una estrella). La peli es simpática y entretenida, sin más ni más, todo aquél que adore el cine clásico de este estilo, disfrutará mucho con ella, además los momentos finales son muy tiernos y emotivos (sobre todo para aquéllos que tengan un bebé en casa).
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Encantado con el pequeñajo |
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