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lunes, 1 de febrero de 2016

HairSpray (1988) de John Waters



La prota Tracy Turnblad (Ricki Lane)
y su madre (el gordo travesti, Divine)
Si con ''Polyester'' ya se había edulcorado en cierta medida, aquí John Waters ya dejó de lado la guarrería, la obscenidad y la roña escénica, en pro de hacer un film que si bien, no deja de tener su estilo irreverente, es aforturnadamente más comedido y disfrutable por un público más mayoritario. ''HairSpray'' es un film muy colorista, reivindicativo y divertido, es posible que a los fans del Waters más escatológico les parezca demasiado recatado, pero desde mi punto de vista es una de sus películas que más me gustaron (junto a ''Cry Baby'' y ''Los asesinatos de mamá''). La peli se desarrolla en los sesenta, y se centra en la historia de una chica con cierto sobrepeso (Ricki Lane) que desea más que nada participar en un programa de baile que se emite por televisión y que es la sensación de las adolescentes del momento. Finalmente la chica acaba no sólo salir en antena en dicho programa, sino que se convierte en una estrella mediática de gran fama. 

Tracy convertida en estrella mediática

Que el ritmo no pare
Lo que me gusta de ''HairSpray'' es que es, como ya dicho, muy reivindicativa y además, en doble vertiente. Por un lado transmite el mensaje de que la gente más rellenita, por su gracia por su salero y no por su aspecto físico, puede llegar a ser más popular y querida que las barbies de plástico untadas en maquillaje (no me extrañaría nada que hubiese servido de cierta inspiración para la canción y videoclip contiguo de Megan Trainor, ''All about that bass'', porque hasta la estética es bastante similar a este film). Por otro, también critica el racismo, pues se nos muestra como la gente negra es desplazada y maltratada y precisamente la prota será una figura importantísima a la hora de pelear contra esta injusticia. El film transmite buen rollo, es irónico y sus números de baile son los suficientemente rítmicos y melódicos como para hacerte dar unos saltitos en el sillón e incluso sonreir de vez en cuando. 

Sonny Bono (marido de Cher) y Deborah Harry (la cantante de Blondie)

Otra cara típica del universo Waters
Estéticamente es genuina, retrata a la perfección el look de los sesenta, con esos vestidos y esos peinados cardados de proporciones kilométricas, al igual que esos colores pasteles que inundan todo momento la escena. Destacar las apariciones de Sonny Bonno (marido de Cher), Deborah Harry (la cantante de Blondie) y por ende la del travesti Divine (actor fetiche de Waters), para el que supuso además su última interpretación, pues ese mismo año fallecería de un infarto (si es que tanto devorar excrementos de perro tenía que pasarlemala factura). En definitiva, es una peli muy disfrutable y fresca, transmite positivismo, denuncia social y todo cubierto de un inteligente sentido del humor marca de su autor (sin llegar a los extremos enfermizos de ''Pink Flamingos'' por ejemplo), o sea que mola bastante.

El propio John Waters hace de un psiquiatra bastante excéntrico

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