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miércoles, 10 de diciembre de 2014

El baile de los vampiros (1967) de Roman Polanski



El profesor Abronsius (Jack MacGowran)
y su ayudante Alfred (Roman Polanski)
"El baile de los vampiros" es un genial experimento realizado con majestría por el ya, en aquel momento, reputado Roman Polanski. El director polaco se esmeró en hacer una sátira de los populares films de vampiros, de los cuales la productora británica Hammer tenía casi toda la exclusividad. No obstante, el film posee la grandeza de ser una comedia, pero que a la par encuentra uln perfecto equilibrio entre la seriedad y la parodia, algo muy difícil de conseguir, repleta de gags cómicos memorables que no rozan la payasada fácil, construyendo un guión espléndido, lleno de detalles originales y una trama atrapante y tremendamente fácil de seguir. La peli nos sitúa aproximadamente a finales del siglo XIX, en una sombría Transilvania, a donde ha viajado el instruído profesor Abronsius (Jack MacGowran), el cual tiene como dos objetivos, el primero demostrar la existencia de los vampiros y dos, conllevar a la plena destrucción de la raza. Le acompaña su fiel ayudante Alfred (el propio Roman Polanski), un muchacho ingenuo y torpe a parte iguales. 

El amor surgió entre Polanski y Sharon Tate en la vida real,
¿quién iba a imaginarse el trágico destino de la actriz?

Los dos se verán sumergidos en una frenética aventura cuando la hija de un posadero de la zona, la bella Sarah (la desafortunadísima Sharon Tate), sea secuestrada por el conde Von Krolock (Ferdy Mayne), el líder de un clan vampírico que mantiene aterrorizado a los habitantes de la localidad. Ambos, profesor y ayudante, partirán raudos hacia el tenebroso castillo de Von Krolock, en el que tendrá lugar un baile muy particular. Los acontecimientos que tendrán lugar dentro de los muros del castillo, no tendrán desperdicio. 

El siniestro conde Von Krolock (Ferdy Mayne)

Es hora de matar vampiros
Como ya he dicho antes, este emblemático film de Polanski compone un perfecto experimento que mezcla de manera genial la comedia y el terror característico de la época. El patrón a imitar, o a conmemorar por parte del director, son las típicas producciones de la Hammer, lo cual salta a la vista, observando la ambientación y los brillantes decorados que perfectamente podrían pasar por alguna de las pelis más características de la productora; hasta el aspecto del conde Von Krolock (un muy correcto Ferdy Mayne, que también fue un actor hammeriano), recuerda mucho al Drácula encarnado por Christopher Lee. Aparte del sensacional cuidado estético del film, destaca su ingenioso guión, lleno de detalles la mar de simpáticos, personajes estrafalarios y situaciones un tanto delirantes (a la que nos les falta un tinte surrealista). Hay un detalle que llama poderosamente la atención, algo además bastante transgresor si tenemos en cuenta la fecha de realización del film. 

¡Piensa gay... y acertarás!

¡Ganas de dar un mordisquito!
Me estoy refiriendo a la presencia clara y sin tapujos de elementos que delatan la homosexualidad de uno de los personajes, el del hijo vampiro del conde Von Krolock (Ian Quarrimer), el cual demuestra una evidente atracción por el personaje de Alfred. En el apartado actoral, hay que comentar que el reparto cumple plenamente, en lo personal me encanta Jack MacGowran haciendo una caricatura socarrona del mítico personaje del mata-vampiros (el más famoso, el profesor Van Helsing). Pero si hay alguien que se merece la pena destacar, con cierta tristeza teniendo en cuenta su trágico final, es la preciosa y sensual Sharon Tate. La joven actriz y el propio Polanski, se enamoraron durante el film y poco después de casaron, supongo que todo el mundo conoce la triste historia acontecida. En 1969, una horrible noche, la pobre Sharon Tate fue asesinada por el clan sectario liderado por el asesino Charles Manson, el hecho de que estuviese embarazada no la excluyó de que se apiadasen de su vida. ¡Qué injusta y qué puñetera es la vida en muchas ocasiones! En fin, ¿qué se puede hacer ya?, volviendo a la película, insisto en que es un film excepcional, una gran joya digna de rememorarse y una de las obras más resultonas, transgresoras y entrañables de su autor.

El baile de los vampiros

 *MI MOMENTO FAVORITO: esa grotesca e ''inesperada'' sorpresita final...

Se jodió el happy end

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