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Un fabricante de juguetes muy cabroncete
(el mítico Mickey Rooney ya algo achacoso) |
"Juegos diabólicos", así se bautizó en nuestro país a la quinta entrega de la cochambrosa e infame saga de
"Noche de paz, noche de muerte", que como ya había ocurrido con la bochornosa cuarta parte,
"Ritos satánicos", nada de relación guardaba con la historia original, sin más es un capítulo independiente que a sus productores se les ocurrió "enganchar" con dicha saga (mediante su título) para intentar sacar cuatro cuartos vía alquiler. De hecho, el único nexo que mantiene este film con alguna otra secuela de esta saga es que Brian Yuzna (director de la anterior parte) continúa estando vigente, en esta ocasión ejerciendo labores de guionista y productor, y que aparece Clint Howard (el hermano del prestigioso director Ron Howard, y cara habitual en pachangas de serie B como ésta), que ya había mostrado el jeto en la peli antecesora y que aquí hace acto de presencia nuevamente, eso sí, interpretando otro personaje distinto (la relación existente con el capítulo anterior es nula). Pues bueno, hay que decir que, esta quinta película, aún siendo una mierda, teniendo en cuenta la mierda tan brutal que supone el
pack conjunto de la
segunda,
tercera y cuarta partes de esta guarrera saga (todo lo que se diga para defenestrarla es poco), parece hasta menos mierda.
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Los juguetes vienen para asesinar |
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A este tío le ha sentado mal tanto polvorón |
Esto es debido a que el film, repito, aún siendo malísimo, tiene cierto encanto y gracia (cosa que brillaba por su ausencia en las secuelas anteriormente nombradas) y resulta hasta entretenido. La cosa va de un viejete cabrón (interpretado por la mítica estrella infantil de los años treinta, Mickey Rooney, ahora achacoso y venido a menos) y su hijo, los cuales son propietarios de una juguetería, pero estos tipejos son unos villanos de tres pares de narices y su cometido es, la fabricación de unos juguetes muy macabros que son capaces de provocar la muerte violenta de aquellas personas que los posean. La peli posee, como he dicho antes, cierto encanto debido a ese saborcillo ochentero que lleva implícito, con ese entrañable (por momentos) homenaje a otras pelis de temática similar como
"Dolls", en la que un puñado de muñecos configuraban un ejército de asesinos sanguinarios de la de mi madre; con alguna referencia al propio
"Pinocho". El film también hace gala de ese cierto aire ingenuo de múltiples producciones ochenteras y sin destacar mucho en ningún apartado, pues la verdad, a veces es hasta divertida.
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Santa Claus siempre ha dado mal rollo en la saga |
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Desde luego éstas no van a ser unas Navidades tranquilas |
Se puede hacer hincapié en la correctísima labor de algún que otro efecto de maquillaje artesanal por parte del experto Screaming Mad George (habitual colaborador de Brian Yuzna), en el que se deja ver algún momento gore de manera un tanto intermitente. En resumidas cuentas, la película es una patata, es mala y si no se hubiese filmado pues la verdad, nadie la habría echado en falta (basurillas de esta categoría tan pueril las hay a montones), pero dentro de su modestia y limitaciones, y teniendo en cuenta el nefasto nivel al que se había visto rebajado la saga a la que pertenece, podría incluso ser digna de algún agradable visionado. Eso sí, hay que tener un lado muy friki para degustarla en su justa medida; teniendo en cuenta las fechas que corren, podría ser una curiosa pieza de distracción. Aunque también hay que decir que, menos mal que no se filmó un "Noche de paz, noche de muerte 6", al menos de momento (ya se sabe que en el mundo del cine, nunca se sabe).
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¡El muñecarro está vivo! |
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