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lunes, 20 de enero de 2014

Imitación a la vida (1934) de John M. Stahl



Beatrice (Claudette Colbert) y su criada negra Delilah (Louise Beavers)
Un excelente melodrama producido por la Universal en los años treinta, que sin embargo se vio bastante ensombrecido debido a la aparición de un remake, del mismo título, dirigido por Douglas Sirk en 1956. Una historia muy curiosa, además ronda a este film. Resulta que la propia productora, la Universal, fue también la que dio luz verde a la realización del posterior remake y cuando éste se estrenó, a los mandamases les dio por secuestrar las copias existentes de esta versión anterior y mantenerlas bajo llave, para que fuesen inaccesibles, digo yo que, para dar cancha a dicho remake. Debido a ello, la versión de 1956 se hizo infinitamente mucho más popular y eso ha perjudicado en gran medida a ésta que nos ocupa. Afortunadamente, años después, pudo ser rescatada de su cautiverio y comercializada como tal, y digo afortunadamente, porque es un film que vale la pena visionar. 

Las pequeñas Peola (Sebie Hendricks), hija de Delilah,
y Jessie (Marilyn Knowlden), hija de Beatrice

Los pasteles de Delilah supondrán un gran éxito empresarial
La película nos presenta una historia muy conmovedora. El film inicia con una mujer viuda, Beatrice (una excelente Claudette Colbert, aquí sí se merecía un Oscar y no por "Sucedió una noche"), que tiene que sacar adelante a su hija pequeña, Jessie (de niña, Marilyn Knowlden). Las cosas no le van muy bien económicamente, pero pronto encontrará su propia gallina de los huevos de oro, gracias a unos deliciosos pasteles que le prepara su criada negra, Delilah (Louise Beavers). Estos pasteles le proporcionarán la ocasión de montar un exitoso negocio que le hará posible afrontar su delicada situación económica. No obstante, otros problemas irán surgiendo a lo largo de la trama. Por un lado nos encontramos con la mestiza hija de la criada, Peola (de niña, Sebie Hendricks y de adulta, Fredi Washington), la cual desprecia sus orígenes negros y repudia a su pobre madre, a pesar de que ésta, lógicamente, hace lo posible y lo imposible por ganarse su respeto. Por otro, nos encontramos con que Beatrice se enamora de un apuesto caballero, Steve Archer (Warren William), el que para colmo, también se convierte en el amor platónico de su hija Jessie (de adulta, Rochelle Hudson). 

Peola desprecia a su madre por ser negra

Beatrice se enamora de Steve Archer (Warren William)...
En sí estamos ante un film que me resulta bastante adelantado a su época, no sólo por el tratamiento tan peliagudo de una relación amorosa disputada entre una madre y una hija, detalle que me pareció poderosamente llamativo teniendo en cuenta la cruda censura de la época (la cual podría haber visto incluso ciertos ramalazos de incesto, si se tuviese en cuenta que el amor de la chica joven es su padrastro), sino también porque presenta un alegato muy reivindicable del tema racial, de hecho ha sido, si no me equivoco, la primera película de la Historia en presentar a un personaje de piel negra, como uno de los principales. El film intenta romper una lanza en contra de la discriminación de las personas de color, por ejemplo presentándonos a una supuesta doña señoritinga, no sólo tratando como igual a su criada negra, sino incluso considerándola parte de su familia (aunque eso sí, en ningún momento la pobre criada abandona su posición de sirvienta, por muy amables que sean con ella). 

...el problema es, que su hija Jessie ya crecidita (Rochelle Hudson), también 

Ya más mayorcita, Peola (Fredi Washington) sigue
demostrando desplantes a su pobre madre
Hay que tener en cuenta que en aquella época, los años treinta, todavía se tenían muchos prejuicios contra los negros y este tema en el cine era todavía muy poco recurrente; de hecho no fue hasta los sesenta cuando se empezó a presentar en mayor cantidad, un buen número de films que atentaban más directamente, contra la discriminación racial (véase "Un retazo de azul", "En el calor de la noche" o "Adivina quién viene esta noche"). En sí, me parece una película clásica muy buena, excelentemente dirigida por un gran director, John M. Stahl, muy infravalorado y poco conocido, que sin embargo posee auténticas joyas en su filmografía (como "Que el cielo la juzgue"). Así que, por lo tanto, me parece un film muy recomendable, para todo aquél, por supuesto, que tenga un paladar acostumbrado a disfrutar de buen cine clásico. 

La pobre Delilah se muere y le pide a su ama, sus últimas peticiones

*MI MOMENTO FAVORITO: cuando se está enterrando a Delilah (Louise Beavers), aparecerá su hija Peola (Fredi Washington), muy arrepentida por su mal comportamiento hacia su pobre madre y se pondrá a llorar desconsolada ante su ataúd. Es una escena, la verdad, muy conmovedora.

Peola se arrepiente, ¡a buenas horas!

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