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sábado, 22 de marzo de 2014

Poltergeist 3 (1988) de Gary Sherman



A la pobrecita Heather O'Rourke se le empezaban a hacer
notorios los signos de su enfermedad (R.I.P.)
Una película triste, muy pero que muy triste, y es que supuso el apagón de una estrellita en potencia. Una niña con una cara preciosa, un icono del cine de terror con un carisma único. Estoy hablando de Heather O'Rourke, la pequeña Carol Anne que falleció, a consecuencia de una irremediable enfermedad, antes de poder terminar de rodar esta tercera parte de la película que le dio la fama. Nunca sabremos hasta dónde podría haber llegado esta entrañable criatura, puede que fuese una especie de Drew Barrymore hoy en día. Pero bueno, como ya he dicho, eso nunca lo sabremos, aunque seguramente seguiría siendo preciosa, como lo fue de niña. En fin, dejando al lado la desgracia de la pequeña Heather, estamos ante una secuela penosa. La primera "Poltergeist" es una gran obra maestra del género, un film inolvidable y que ha quedado instaurado en la memoria colectiva del gran público con todo merecimiento. La segunda parte, era lógicamente peor que la primera, pero pasable al fin y al cabo, gracias a algún que otro detalle ciertamente destacable (sobre todo en lo referente a su realización). Pero esta tercera no llega ni a eso. La historia es ya muy mala. El argumento se vuelve demasiado ilógico y absurdo. Se ve claramente que no sabían cómo estirar el chicle para continuar la saga y que, para salir del paso y seguir aprovechándose de su tirón comercial, se inventaron cuatro chorradas para justificar esta infame secuela. 

Carol Anne con su nueva familia

Los tíos de Carol Anne (Nancy Allen y Tom Skerrit)
Esta tercera entrega no es más que una colección de errores a cual más monumental. Lo primero que vemos es que se rompe por completo con la línea argumental establecida en las dos películas anteriores y es que, ya no sale la familia original, ¡detalle lamentable!; pues desquebraja el alma del film original; en donde los Freeling demostraron un valor abismal a la hora de salvar a su pobre hijita de las garras de unas fuerzas inimaginablemente malignas. Sin embargo, ahora la pequeña Carol Anne (único elemento que sigue manteniendo la continuidad con las dos anteriores partes), se encuentra viviendo con unos parientes de su familia original, en un altísimo y moderno rascacielos en la ciudad (alejándose así también del típico ambiente de barrio residencial de las otras pelis). ¿Cómo es posible que unos padres tan cariñosos den de lado a su hijita del alma, a su ángel, a su tesoro, a sabiendas del mal que parece no dejar de acecharla y después de todo por lo que tuvieron que pasar? Algo inexplicable que parece ser que los guionistas no tuvieron en cuenta, o directamente se la sudó. 

Los fantasmas no paran de dar el coñazo, ¡qué pesados!

Para colmo, los nuevos componentes de la nueva (valga la redundancia) familia no tienen nada de gancho, son personajes nefastos y planos a más no poder y en ningún momento nos llegan a importar un pito (no hay más que ver a la mongola de la hija adolescente, interpretada por Laura Flynn Boyle). Así mismo se pierde ese vínculo de unión que caracterizaba hasta el momento a "Poltergeist", en el que el drama humano debido a las creíbles reacciones de los miembros de la propia familia, construían una historia sólida y emotiva a partes iguales. Aquí olvidaos de nada de eso, todos los elementos parecen expuestos ante la pantalla, porque sí, sin alma, sin nada que te haga compenetrarte lo más mínimo con ellos. 

Los charcos de agua sustituyen a la tele como portal interdimensional

La pobre Tangina (Zelda Rubinstein) no sabe ni lo que pinta ahí...
Pero ya si nos metemos a analizar el guión, la cosa es para quedarse atónito (para mal). En "Poltergeist 3" no hay un mínimo atisbo de lógica por ninguna parte, y encima debido a los cambios que tuvieron que hacer para poder acabar la película tras la muerte de la estrella principal, todavía les quedó un churro peor. Pero no es justificable el hecho de atribuir estos fallos tan lamentables a esta tragedia, la película ya partía siendo más mala que el veneno con una historia tan horrible, unos personajes tan patéticos y una trama a la par que ilógica tremendamente aburrida, la cosa hubiese resultado casi con seguridad, un desastre similar. En el terreno de los efectos especiales también vemos como el nivel desciende de forma preocupante. Aquí los increíbles alardes de efectos visuales presenciados con anterioridad en las secuelas precedentes, se ven reducidos a cuatro trucajes de espejitos de mierda, y tres o cuatro charquitos de agua que se convierten en puertas a la otra dimensión (olvidaos de la televisión como portal para los entes diabólicos), todo con un acabado muy pobre y nada impresionante, lo que nos hace añorar al fabuloso espectáculo que suponía el magno film original. 

...y así es como acaba

Lo que los espejos revelan
Mencionar que vuelve a salir por ahí haciendo el canelo, Zelda Rubinstein, en su eterno papel de la pitonisa Tangina Barrons, aunque se quitan de en medio su personaje de un modo abominable. Por lo visto la actriz (por cierto ya también fallecida) se vio sobrecogida en pleno rodaje, por la muerte de su anciana madre y lo abandonó, así que a los mamelucos de los guionistas no se les ocurrió otra cosa que dedicarle a su personaje el desenlace de mierda que tiene, algo asombrosamente patético. En fin, la verdad es que me parece un auténtico despropósito, una secuela malísima y un auténtico insulto para la película original. Lo peor que es da la sensación de haber sido realizada por un equipo desganado, sin el más mínimo interés por llevar a cabo un proyecto sólido e interesante, o al menos que tuviese un mínimo de calidad. Por supuesto, no la recomiendo para nada y menos a los que adoráis (como yo) la primera película. Si os pica en exceso la curiosidad, echadle un vistazo a la segunda pero nunca os molestéis en visionar esta putísima mierda. No es ni un mero reflejo de lo que fue ese auténtico prodigio que sigue siendo a día de hoy "Poltergeist". Una secuela abominable, de esas que ojalá no hubiesen existido nunca. 

¿Visitantes del más allá?

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