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El auténtico Billy Hayes |
"El expreso de medianoche" fue todo un shock en el momento en el que se estrenó, una de las películas probablemente más polémicas y sobrecogedoras de la década de los setenta, a día de hoy considerada como un gran clásico, con toda razón. El film (con un portentoso guión de Oliver Stone), está basado en el caso real de Billy Hayes, el cual relató en una autobiografía publicada en 1977. Hayes era un chavaluco americano de unos veintitantos, cuando en 1970, fue detenido en el aeropuerto de Estambul, al descubrirse que portaba varios paquetes de droga, ocultos en su cuerpo. Así que como en Turquía suponía un delito gravísimo, fue sometido a un duro encarcelamiento. La cuestión es que, "El expreso de medianoche" resultó una experiencia desgarradora para el público de la época, al retratarse con alto nivel de grafismo las horripilantes torturas a las que Hayes fue sometido en la prisión (brillantemente encarnado en el film por Brad Davis).
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Billy Hayes con la droga a cuestas
R.I.P. Brad Davis (1949 - 1991) |
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Torturas en la cárcel turca |
Lo que pasa es que la polémica trascendió incluso años después del estreno del film, pues el propio Hayes reconoció muchos años después que su autobiografía no era tan fiel a la realidad, como había presumido cuando se convirtió en una máquina muy rentable para su persona. No fue hasta 2007 cuando reconoció que falseó y exageró muchos de los pasajes de la autobiografía e incluso llegó a pedir perdón por la influencia tan negativa que ésta había supuesto contra Turquía. En fin, anécdotas aparte, lo que perduró en la retina de un montón de espectadores durante décadas, fue el agobiante retrato de dolor que el rostro de Brad Davis personificó en esta prodigiosa obra de "ficción". Creo que la mayor valía de "El expreso de medianoche" es que, a pesar de cargar con casi cuarenta años a cuestas, sigue resultando muy efectiva a la hora de provocar angustia y sobrecoger.
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La vida en la prisión no es un lecho de rosas |
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Otro de los presos, Max (soberbio John Hurt,
nominado al Oscar al mejor actor secundario) |
Algunas de las escenas que presenta son tan crudas y están tan brillantemente filmadas, que seguro que más de uno (a mí me ocurrió) sentirá la irremediable sensación de morderse las uñas o de aferrar con intensidad la tela del sillón sobre el que está sentado o algún objeto que posea a mano, mientras visualiza este pedazo de película. He ahí su gracia, la manera tan asombrosa de conectar con el público, de hacernos sentir, de revolvernos por dentro, es un tipo de cine visceral (muy criticado en otros ámbitos), que tampoco se pasa de rosca en lo grotesco (no lo necesita), arriesgado y valiente (del que escasea abundantemente hoy en día, vamos), y con todo merecimiento dejó helados al público y a la crítica. Un servidor quedó fascinado a grandes rasgos (sabiendo pasar por alto alguna que otra escena que peca de ser un pelín poco creíble, -la escena de la fuga me pareció un poco pillada por los pelos-, pero bueno), considero bien merecidas cada una de las alabanzas que ha ido cosechando con el pasar del tiempo. Eso sí, fanáticos/as de
"Crepúsculo" y pastiches edulcorados similares, abstenerse de verla, no vaya a ser que sus "ilustres" cabecitas sufran una apoplegía del
shock.
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Los años encarcelados pasan factura |
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MI MOMENTO FAVORITO: esa dramática escena en la que Billy (Brad Davis) recibe la visita de su novia Susan (Irene Miracle, todo aficionado al terror la reconocerá por salir en
"Inferno" de Dario Argento). A través de un cristal él le pide que le enseñe los pechos y comienza a masturbarse.
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Este momento me dio profunda pena |
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