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Carmilla Karnstein (Yutte Stensgaard) resucita |
Tras el éxito de
''Las amantes del vampiro'', la Hammer quiso aprovecharse del filón cosechado por esa
nueva oleada de terror erótico-lésbico y decidió seguir explotanto
la historia de la vampiresa Carmilla Karnstein (inspirada en un
relato de Sheridan Le Fanu) que tanto juego les había dado. Así
pues, se sacaron de la manga esta secuela – no sería la última
pues con la aparición de
''Drácula y las mellizas'' se confrontaría
una trilogía protagonizada por el legado vampírico de los Karnstein
– nacida un año después de su antecesora.
''Lujuria para un
vampiro'' (en algunos lugares bautizada como
''Un ataúd para un
vampiro'', comienza con la resurrección de la susodicha Carmilla,
muerta al final de la anterior película. Lo primero que llama la
atención es la sustitución de la magna Ingrid Pitt por la estática
danesa Yutte Stensgaard, muy rubia, muy guapa, pero también muy
rancia – la mujer no expresa ni un mínimo atisbo de sentimiento en
todo el film – como la vampiresa Carmilla. El inicio es bastante
potente, pues es el mismo Conde Karnstein (Mike Raven, calcando en
estética al mismísimo Drácula encarnado por Christopher Lee),
quien devuelve a la vida a su mortífera hija mediante un ritual, lo
cual deja a la joven desnudita (¡cómo no!) y cubierta totalmente de
sangre (a lo
''Carrie''). El resto, pues básicamente repite el
esquema presentado en
''Las amantes del vampiro'', Carmilla adquiere
una identidad humana y se matricula en un colegio para señoritas,
donde tendrá un arsenal de muchachitas para satisfacer sus apetitos
lésbicos.
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El conde Karnstein (Mike Raven) oficiando la ceremonia de resurrección de su hija |
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El pardillo de Giles Barton (el hammeriano Ralph Bates) |
Alguna tetita por allí, algún culito por allá, algún
cuellecito mordisqueado, ambientación victoriana propia de la
productora y en resumidas cuentas lo mismo de siempre. ''Lujuria para
un vampiro'' no es un film memorable, de hecho ya dejaba entrever el
marcado declive de una productora antaño brillante a la hora de
crear films de terror góticos y barrocos, no obstante tampoco me
parece tan mala como he visto señalado por ahí. Si bien es cierto
que es claramente inferior a su antecesora, sobre todo en el
componente estético (''Las amantes del vampiro'' era un film
visualmente bellísimo) -dirige Jimmy Sangster, todo un magno creador
de guiones productora, que sin embargo no andaba igual de fino tras
las cámaras, aunque tampoco era un desastre-, aunque entretiene y en
resumidas cuentas se puede disfrutar a grandes rasgos. Su problema es
que estamos ante una película que no dice mucho, es monótona,
previsible y no carece tampoco ninguna destreza visual que la haga
destacable. Un film meramente curioso, de cierto renombre por
pertenecer a la nombrada trilogía que dirigió a la Hammer a un
terreno más picantón.
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Carmilla no pierde el tiempo |
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