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domingo, 5 de abril de 2015

La caída del imperio romano (1964) de Anthony Mann



Al magno imperio romano le quedan dos telediarios
Lo primero que de antemano canta del film es que su título supone una gran mentira. Cuando uno lee ''La caída del imperio romano'', es lógico que piense que va a ver una película sobra la caída del imperio romano (valga la redundancia). Pues no, amigos. La película no seremos testigos del hundimiento del magno imperio que durante siglos fue prácticamente el amo del mundo, es más hasta el siglo V d. C. no tuvo lugar este acontecimiento como tal, y la peli nos sitúa en el período que va entre la sucesión del emperador Marco Aurelio, por su arrogante hijo Cómodo, lo cual aconteció en el siglo II d. C., ¡fijaos si les quedaba todavía a los romanos que seguir batallando! Por lo tanto, el tema del título ya cabrea un poco, por su espíritu falseador, pero bueno. El film se trata de otra producción de Samuel Bronston, aquél que ya había hecho carrera con producciones épicas como ''Rey de reyes'' y ''El Cid'', y que había puesto sus ojos en nuestro país, el cual le había parecido idóneo a la hora de ambientar sus trabajos y rodarlos (las dos nombradas de hecho, fueron íntegramente rodadas en tierras hispanas, al igual que la que nos ocupa). 

El emperador Marco Aurelio (Alec Guinness)

El valiente y comedido Timonides (James Mason)
Repite de nuevo colaboración con el director Anthony Mann, al que tan buenos resultados le había dado su magna ''El Cid'', y con la idea de que el público respaldaría el proyecto en taquilla, decidió tirar la casa por la ventana y hacer una peli épica grandilocuente en todas dimensiones. Con el desorbitado presupuesto de 20 millonazos de dólares, se elaboró ''La caída del imperio romano'', un truñazo épico de tres horazas, más falso que una moneda de 3 euros (porque los hechos narrados distan mucho de los puramente históricos) y que encima marcó el declive del género de cara al público. La peli fue un fracaso (le siguió otro batacazo, el ladrillo de ''La historia más grande jamás contada'') y no sólo puso fin a la carrera de Bronston como productor, sino que también aportó a que las producciones épicas quedasen dadas de lado durante un buen porrón de años (de hecho, hasta el 2000 con ''Gladiator'' no volvieron a vivir cierto esplendor) tras casi dos décadas de triunfo en las pantallas del mundo entero. 

La hija de Marco Aurelio, Lucilla (Sophia Loren)

El malvado Cómodo (Christopher Plummer)
No es de extrañar, sinceramente, que no contase con mucho apogeo, desde mi punto de vista estamos ante una de las pelis épicas (más concretamente sobre la Antigua Roma) más flojas y más insípidas, de la numerosa producción existente en este campo. Llama la atención, y todos los que habéis visto ambos films lo habréis notado, lo mucho que la historia de esta peli que nos ocupa sirvió de inspiración para la realización de la ya mencionada ''Gladiator'' de Ridley Scott. Por momentos, parece que el libreto de ''Gladiator'' supuso una reescritura del guión de ''La caída del imperio romano''; es más, el planteamiento inicial es casi idéntico y ni qué decir tiene, que muy alejado de verosimilitud histórica. Después ''Gladiator'' tira por otros derroteros y se pone a imitar a ''Espartaco'', pero no cabe duda que esta peli fue vital para la concepción de la peli que convirtió a Russell Crowe en el rudo figurín de moda de ese momento. Desde el punto de vista escénico, sí de acuerdo, la peli cumple, pero tampoco es que posea unos escenarios sublimes (y más acorde con su presupuestazo), es más, resulta bastante escueta en este sentido, la variedad de localizaciones no es muy abundante. 

El ''héroe'' del cotarro, Livio (Stephen Boyd, el malo de ''Ben Hur'')

Entre Livio y Lucilla hay rollete
Lo mismo se puede decir de la dirección, Anthony Mann se imita así mismo y a otros, exponiendo planos y escenas calcadas de otros films (véase ''El Cid'' o ''Ben Hur'', haciendo una desangelada imitación de la carrera de cuádrigas), por lo tanto la peli no posee la fuerza de otras del estilo claramente superiores. Así mismo, el argumento peca de una lentitud exacerbada, el abuso por ejemplo de escenas románticas, en pro de concederle minutos de aparición a la estrella más cotizada del reparto, Sophia Loren, se vuelve extremadamente cansino. Hablando de la Loren, se puede comprobar como la actriz se limita a hacer una imitación exacta de su Jimena de ''El Cid'', su personaje de Lucilla es un calco de éste, hasta en los modelitos con los que posa la italiana, parecen los mismos. Por otro lado su compi, Stephen Boyd (quien fuese el malo malísimo de ''Ben Hur''), no me pega nada en el papel que le toca defender aquí de ''héroe'' romanticón, resulta frío y sus escenas con la Loren no transmiten compenetración entre ambos. 

Cómodo se convierte en un auténtico tirano

En el reparto, en sí, creo que los más destacados con Alec Guinness, James Mason y sobre todo, Christopher Plummer que está soberbio como el malvado Cómodo (en ''Gladiator'' dicho rol lo defendió a la perfección Joaquin Phoenix). En resumidas cuentas, me da la sensación de que ''La caída del imperio romano'' fue la producción épica parásita que se lucró de todas las ''sobras'' más que requete explotadas del género, y que su aparición fue necesaria para marcar un parón en la tan cansina elaboración de pelis de este estilo. Exclusivamente apta para los muy admiradores de los films épicos, a los que podrá llegarles a gustar a grandes rasgos.

El bueno contra el malo (combate final que claramente inspiró a ''Gladiator'')

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