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jueves, 19 de diciembre de 2013

Noche de paz, noche de muerte 2 (1987) de Lee Harry



Ricky, de niño, al final del primer film
Debo decir que como me moló tanto "Noche de paz, noche de muerte", tenía yo muchas ganas de ver esta secuela y comprobar cómo proseguían la historia. Viendo el final del anterior film, caía de cajón que tenían en mente hacer una continuación. Recordando, en el film original, el asesino era Billy, un chaval traumatizado con la figura de Santa Claus, que para perpetrar sus crímenes, vestía tan indumentaria. Pues bueno, este chico tenía un hermano menor, Ricky, quien al final del anterior film, presenciaba la muerte de su hermano, tiroteado por la policía. En el mismo final, Ricky, siendo un niño todavía, se queda mirando el hacha ensangrentado de su hermano asesino y después le echa una mirada asesinada a la hija de puta de la Madre Superiora, la monja que había puteado a su hermano durante su infancia; y la que había potenciado en cierto sentido, su ansia criminal. Todo parecía indicar que el pequeño Ricky iba a dar que hablar y que tenía todas las papeletas para asumir el rol psicótico de su hermano mayor. Y así fue, en esta secuela, nos encontramos con la figura de este chaval, Ricky, que ha dejado de ser un niño para convertirse en una especie de vigoréxico culturista (pero, ¿qué ha hecho este chico después de salir del orfanato religioso, hincharse a anabolizantes?) y que, obviamente, está mal de la cabeza. Bueno, a simple vista puse mucho empeño a la hora de disfrutar del visionado de esta secuela, en base a que la primera me había parecido un excepcional slasher, y la verdad, me topé con un bodriaco de proporciones abismales. "Noche de paz, noche de muerte 2" es un auténtico mojón, un pedazo de mierda tan grande como los músculos del borrego protagonista. 

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Ricky (Eric Freeman), ya crecidito

Ricky charlando con el psiquiatra
¿Por qué es tan mala esta secuela? Por muchas cuestiones, pero principalmente, la más notoria de ellas es porque es un auténtico timo descarado, una estafa de las gordas. Y es que, no os lo perdáis, si el film dura 80 minutos más o menos, 40 de esos minutos están compuestos por imágenes recicladas de la primera parte, ¡menuda jeta tuvieron sus realizadores! La película arranca con el nuevo asesino, Ricky, en una celda acompañado de un psiquiatra que está estudiando su caso. El tipo comienza a hacerle un interrogatorio y Ricky le contará la historia de su hermano Billy, el Santa Claus asesino de la primera película. Pues como ya he dicho, durante este interrogatorio, no haremos otra cosa que ver imágenes de la película antecesora, a modo de resumen, que componen la mitad del metraje de este film. Viendo esto, uno ya se queda con cara de idiota, ¿pero qué necesidad había de plantarnos otra vez todo eso? Esta treta tan marrana sólo deja en envidencia la cara dura de unos realizadores mamarrachos que por un lado; pretendían ahorrarse pila de pasta a la hora de rodar (claro, no es lo mismo filmar un metraje de 40 minutos que de 80), por otro dejaron muy claro que su escasez de ideas a la hora de componer un nuevo argumento decente era más que notoria, y tercero fueron unos aprovechados de mierda sacando un producto nefasto y sirviéndose de la polémica suscitada por el film anterior, para sacarse unas pelillas. 

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Ricky y su novia (Elizabeth Caitan) en situación poscoital

Ricky es un buen ciudadano y le abre el paragüas a este señor
Bueno, ya partiendo de una base parásita insultante y penosamente mala, transcurrido ese tiempo de metraje, aproximadamente al minuto 40, como ya he dicho, es cuando verdaderamente comienza la historia de esta secuela, pues Ricky comienza a relatar su historia y es cuando presenciamos, ¡qué curioso!, nuevo material filmado, ¡anda, qué sorpresa! Y será cuando ya comprobemos lo rematadamente absurdo que este repelente producto. Mientras que la primera "Noche de paz, noche de muerte", era un film serio, con algún toque dramático incluso y una historia interesante y muy bien construida, observamos como esta secuela es un absoluto despiporre de lo más demencial. Un humor absurdo inunda el film y lo convierte en una especie de parodia de terror cutre, ante la cual es espectador seguramente sienta vergüenza ajena, por el esperpento que está presenciando. 

Ricky se cabrea y se carga a su novia

¡La muerte más tonta de la película!
El Ricky este, relata cómo intentó ser un tipo normal (¡increible porque no había más que mirarle a la cara para ver que estaba como una regadera!), se echó una novia (Elizabeth Kaitan, quien posteriormente fue una de las víctimas de Jason en "Viernes 13, parte 7. Sangre nueva") e intentaba llevar una vida normal. Pero amigos, un día de pronto se le cruzaron los cables y se cargó a la novia, a otro tipo (con un paragüas nada menos), a otro (con una batería del coche) y a otro y a otro y a otro; y así a medio barrio donde vivía. Por esa razón acabó encerrado y ya volviendo la acción al momento en el que arrancó este disparate, presenciaremos en los últimos quince minutos, desgraciadamente demasiado tarde, el mejor momento del film. Después de matar al psiquiatra, Ricky se escapa del centro donde estaba internado e intenta emular a su difunto hermano. Se viste de Santa Claus, agarra un hacha y sale en busca de la zorra de la Madre Superiora, para saldar la tan esperada cuenta que quedó pendiente en el anterior film. Verdaderamente el último tercio de la peli remonta un poquito, con el enfrentamiento del asesino con la monja, ya lisiada y con una especie de deformación en el rostro; pero como ya he dicho, este golpe de efecto llegó lamentablemente muy tarde, precedido de un numero tan alarmante de disparates que es imposible ya hacerlo mínimamente disfrutable. 

Desde luego el chico es un "excelente actor", mirad ¡qué cara de enfado!

''¡Ho, ho, ho!; el Santa Claus asesino ha vuelto''
¡Qué grandísima pena! Y digo esto, porque me da la sensación de que podían haber hecho una buena secuela; no digo que llegasen ya a hacer un peliculón, pero sí un film, aunque modesto, ciertamente interesante, como lo fue la primera parte. Pero todo resulta un desastre, no sólo ya la estafa que supone rellenar la mitad de su metraje con escenas de su antecesora, una guarrada vergonzosa, sino porque el resto de la historia es una vergüenza. Si la primera era un film de calidad muy estimable, esta secuela roza la más chapucera serie Z. Aparte cuenta con un actor principal que es una bochornosa mierda; un tipo llamado Eric Freeman (que afortunadamente no hizo nunca más una película), cuya "actuación" (por llamarla de alguna forma) es un clarísimo ejemplo de cómo no actuar; ver las constantes caras de extreñido que pone a lo largo del reducididísimo metraje hacen que te plantees si reir o llorar de lo patético que resulta. En resumidas cuentas, es una grandísima mierda, una de las secuelas más abominables y estúpidas que he tenido la desgracia de ver, y una grandísima decepción si se hacen las comparaciones con la, para mí, excelente primera parte. Es de esas basuras tan estrepitosamente malas, que resultan hasta perjudiciales para la salud. ¡Qué grandísimo bodrio, por Dios!

Ricky vs. la Madre Superiora (Jean Miller)

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