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El Dr. Feinstone (Corbin Bernsen) vuelve a las andadas |
Aquí regresa el Dr. Alan Feinstone, el más capacitado para hacer realidad las pesadillas de los visitantes al consultorio de un odontólogo, para seguir arrancando muelas a diestro y siniestro. Ya había comentado en su respectiva reseña, que
"El dentista" había sido un film que me había impresionado muchísimo, al haberlo visto de niño, ¡cómo para no! Se ve que dentro del ámbito doméstico, esa peliculilla de serie B se convirtió en algo parecido a un
boom comercial (no era para menos, era un pieza muy tentadora para ser objeto de alquiler por parte de los múltiples
goreamaníacos) así que el mismo equipo que la llevó a cabo se puso manos a la obra para realizar una pronta secuela que se convirtió en otra de esas maravillas que adornaban, hace años, las estanterías de los videoclubs en forma de VHS.
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Desde bien prontito empezaremos a ver encías sangrantes |
Y bueno, pues no defraudaron, supieron reutilizar el grotesco encanto demostrado en su primera parte para elaborar una secuela que da exactamente lo que se requería de ella, nuevas aventuras sangrientas y dolorosas extracciones por parte del psicótico dentista protagonista. En esta ocasión, el Dr. Feinston, se escapa del psiquiátrico donde había sido recluido, después de la que montó en la peli antecesora, y se dirige, camuflado bajo otra identidad, a un pequeño pueblecito retirado, en donde su nefasta popularidad no se ha hecho notoria.
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Breve aparición de Clint Howard (hermano del director Ron Howard),
el cual no tendrá un final muy agradable, el pobre |
En un principio, se muestra amable con todo el mundo y en cuestión de poco tiempo se acaba ganando el afecto, en general, de los habitantes del lugar. Así logra adquirirse la reputación necesaria para conseguir convertirse en el dentista estrella (después de haber eliminado a su antecesor, por supuesto), y una oportunidad para dejar atrás su pasado homicida. Pero bueno, todos sabemos que esta aparente tranquilidad no durará mucho, porque a Feinstone se le va muchísimo la olla y con todo ese instrumental, indicado para proporcionar dolores terribles a los desdichados pacientes, la cosa puede acabar adquiriendo un toque muy pero que muy desagradable.
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Feinstone después de una escabechina |
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No se puede decir que sea un dentista muy ortodoxo |
Realmente no tengo mucho que añadir respecto a esta secuela que no haya dicho en mi respectiva crítica de la primera. Sin más voy a decir que me gustó tanto como su antecesora y es que es difícil que si te llamó la atención la original, ésta te pase inadvertida. Cuenta con nuevas escenas grotescas, correctos efectos de maquillaje artesanales, mala leche y bastante diversión. Obviamente no es buena, pero como frikada perversa y joya de la serie B es única, ídem, como ya he señalado, que su primera parte. A destacar nuevamente, la interpretación de Corbin Bernsen, que repite como el psicótico dentista protagonista (haciendo un trabajo genial), que aquí está todavía más perturbado si cabe. A los que os gustó la primera, ¡no os la perdáis!, a los que os mole el gore gamberro, lo pasaréis pipa seguro, y por supuesto los que sintáis pavor por los dentistas, ni os acerquéis a ella.
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Dos desafortunados pacientes |
*MI MOMENTO FAVORITO: ése en el que el Dr. Feinstone (Corbin Bernsen), se despacha a gusto con una cotilla del pueblo, Bev (Susanne Wright), que se había pasado toda la película incordiándole e investigando su turbio pasado. A la pobre le espera un previsible calvario.
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La extracción está a punto de comenzar |
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