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martes, 16 de julio de 2013

El enemigo de las rubias (1927) de Alfred Hitchcock



¿El asesino?
Desde luego no tengo ningún tipo de pasión por el cine mudo. Aún reconociendo la grandeza de muchas producciones de aquella época (de Murnay, de Lang, por ejemplo), la verdad es que no tengo mucha moral para aguantar una película muda, y menos por mero entretenimiento. No obstante hay obras que todo aquél considerado cinéfilo debe ver y ésta yo no podía pasar sin verla siendo un admirador absoluto del maestro del suspense, Alfred Hitchcock. "El enemigo de las rubias" vendría a ser la primera película verdaderamente Hitchcock, donde este gran director ya estableció las características de su cine, a las que se aferraría a raja tabla durante el resto de su larguísima y prodigiosa trayectoria.

¡Un grito (eso sí, mudo) en la noche!

Llegando en mitad de la noche
Tenemos un Londres, cubierto de niebla (¡cómo no!), siniestro y tenebroso, que se se ve asediado por la presencia de un misterioso asesino. Las víctimas de éste son jóvenes rubias, demostrando un enfermizo odio hacia ellas. Como no podía ser de otra manera, tratándose de Hitchcock, todas las pistas llevan a un falso culpable, el desgraciado protagonista (Ivor Novello), que la verdad es más raro que un perro verde y cuyo extraño comportamiento parecen indicar que él es el asesino.

Bueno, saltando por alto el hecho de que es una película muda, todo aquél que se declare fanático del cine de Hitchcock, no debería eludir el visionado de "El enemigo de las rubias". A su favor hay que decir que la trama es muy buena, llevadera y que como dura poco más de una hora, no se hace muy aburrida, a pesar de que (¡qué le vamos a hacer!) es una película muda. Sirve para hacernos a la idea de los inicios de un maestro sin precedente y cómo fue perfeccionando su estilo con el pasar de los años.

Un amor imposible

*MI MOMENTO FAVORITO: el pobre protagonista (Ivor Novello) huye de la multitud por Londres, exposado, y se queda atrapado incómodamente en una verja, sin posibilidad de escapar.

"Quieto parao, amigo"

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