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lunes, 22 de julio de 2013

El extraño caso del Dr. Jekyll (1941) de Victor Fleming



El Dr. Henry Jekyll (Spencer Tracy) en el laboratorio
Una nueva versión de la novela de Robert Louis Stevenson, realizada diez años después de la anterior adaptación dirigida por Robert Mamoulian en 1931. Aunque la película no es mala, yo opino que era totalmente innecesaria, el porqué está bien claro, la anterior película del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, ''El hombre y el monstruo'' era buenísima, estaba muy bien hecha y supuso un excelente traslado al celuloide del texto de Stevenson, por lo tanto me parece un remake demasiado apresurado, encima contando exactamente la misma historia, sin variar ni un solo aspecto. Se demostró que a pesar de contar con un grandioso director, Victor Fleming, que ya había maravillado al mundo con obras maestras como "El mago de Oz" o "Lo que el viento se llevó", y con un lujoso reparto de estrellas (véase nada más y nada menos que Spencer Tracy, Ingrid Bergman y Lana Turner) esta nueva versión no logró ni por asomo hacerle sombra a la de 1931, aunque esta primera además fuese más discretita y menos ambiciosa.

La virginal Beatrix Emery (Lana Turner) y su padre (Donald Crisp)

El Dr. Jekyll con su prometida Beatrix
No es que "El extaño caso del Dr. Jekyll" sea mala, para nada lo es, pero francamente tenemos en primer lugar que nos cuenta al dedillo los mismos acontecimientos ya narrados en la anterior versión, por lo tanto la sorpresa para los espectadores que ya le habíamos echado un vistazo a la otra película es cero. Por otro lado, nos topamos con un hecho muy curioso y es que a pesar de contar con unos actores de tan magna categoría, en esta película el reparto lo veo muy desacertado. Spencer Tracy no logra transmitir la sensación de amenaza que Fredric March sí logró en su caracterización suprema de Jekyll y Hyde en 1931, además la caracterización de Tracy no tiene ningún tipo de carisma, no es sorprendente y no es nada memorable, y lo que es peor la veo muy forzada, incluso sobreactuada. El caso de las actrices me parece incluso peor, puesto que me parece incomprensible como pudo recaer el papel de la promiscua cabaretera Ivy en Ingrid Bergman, una actriz de cara angelical, especialista en papeles de mujeres dóciles, más frágiles, más cándidas, incluso por qué no decirlo más virginales. En cambio el papel de la puritana prometida del Dr. Jekyll, Beatrix, le tocó interpretarlo a la sensual Lana Turner, actriz famosa por interpretar mujeres pasionales, devoradoras de hombres y con una carga más sexual, menos contenida.

El Dr. Jekyll con la cabaretera Ivy Peterson (Ingrid Bergman)

El malvado Mr. Hyde (Spencer Tracy)
Desde luego el que se encargó del casting fue medio lelo de no apreciar esta incongluencia, creo que si ambas se hubiesen intercambiado los papeles habría sido una decisión más acertada. Por otro lado también estamos ante una versión más contenida en todos los aspectos, en la de 1931 Mr. Hyde era un tipejo más violento, se dejaba más llevar por sus instintos más primarios, en ésta se ve que se cortaron más e hicieron una imagen de Hyde mucho menos perversa y menos deshinibida. En resumidas cuentas, un film clásico no desechable, pero muy inferior a su versión de 1931, y que podría haber sido plenamente prescindible. Para mí la película de Rouben Mamoulian tiene mayor valor de clásico, ésta pues es una versión más como otra cualquiera, solo que con un reparto y un director de lujo, que da la sensación de que podían haber dado más de sí o que simplemente estaban desacertados en este género.

Mr. Hyde intimidando a la pobre Ivy

*MI MOMENTO FAVORITO: me sorprendió una escena concreta en la que el Dr. Jekyll sufre unas pesadillescas visiones cuando consume el brebaje que lo convierte en Hyde. En esta escena se puede ver a Jekyll azotando dos caballos que de pronto se convierten en las dos mujeres que le excitan, su prometida Beatrix (Lana Turner) y la cabaretera Ivy (Ingrid Bergman). Me parece una escena cojonuda que deja caer tímidamente los sentimientos sexuales del doctor, mostrando la deshinibición de su lado más perverso. 
 
Ingrid Bergman y Lana Turner, dos bellas yeguas azotadas

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