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sábado, 6 de julio de 2013

La última casa a la izquierda (1972) de Wes Craven



Phillis (Lucy Grantham) y Mari (Sandra Cassel)
Película controvertida donde las haya, y además no es para menos. Situémonos, haciendo un pequeño esfuerzo, en 1972 y pensemos en el efecto que pudo provocar en el público de aquel momento una película como "La última casa a la izquierda", ya me parece bastante demoledora vista hoy en día, por lo que en aquel entonces tuvo que ser un schock. Recuerdo haberla visto hace por lo menos 15 años (¡cómo pasa el tiempo!), como muchas otros clásicos de terror, yo era un niño y la verdad es que el visionado me impactó enormemente. La pelicula me hizo sufrir, llorar, es decir me hizo sentir emociones varias por lo que la veo tiempo después como una de mis películas favoritas, sobre todo por esa capacidad de impacto que ejerció en mí. 

Mari y Phillis secuestradas por los Stillo

Los Stillo huyendo de la policía
"La última casa a la izquierda" es otra de esas maravillosas joyas grindhouse de los setenta, una película pionera en romper en cierto sentido con los esquemas del panorama cinéfilo americano, volviéndolo más crudo, más visceral, más realista (seamos francos se ven cosas en la realidad que dejan a la altura del vetún todo atisbo de horror cinematográfico), de hecho cuenta la leyenda que este film está inspirado en un hecho real (lamentablemente esta premisa podría ser perfectamente creíble). La película cuenta el desgraciado encuentro de dos jóvenes chicas, Mari y Phillis (Sandra Cassel y Lucy Grantham), con cuatro degenerados psicópatas recién fugados de la cárcel liderados por el rey de los hijos de puta, Krug Stillo (David Hess). Estos desalmados las violan, torturan y asesinan abandonando después sus cadáveres en el bosque. Pero después se dará la vuelta a la tortilla y por infortunios del destino estos cuatro cabrones acaban refugiados en la casa de campo de los padres de Mari, los Collingwood, un matrimonio de lo más decente y respetado que se dejarán de lindeces y sacarán las armas para vengar a su pobre hija asesinada. Ahora los lobos se convertirán en corderos y su putrefacta sangre será derramada para hacer justicia. 


Una de las escenas más crueles de la película

Humillación sin ningún tipo piedad
"La última casa a la izquierda" se convirtió en todo un film referencial, inspirador de un sin fin de películas que siguieron el esquema presentado en su historia. Cabe destacar que fue concebida por dos futuras personalidades importantes del género. Por un lado en la producción encontramos el nombre de Sean S. Cunningham, quien sería el director de otra de las obras más representativas e importantes del terror, nada más y nada menos que "Viernes 13". Por otro la dirección y el guión corrieron a cuenta del debutante Wes Craven, futuro realizador de grandísimos clásicos como "Las colinas tienen ojos", "Pesadilla en Elm Street" (sobra decir que fue el creador de Freddy Krueger) y la saga "Scream". Claro que el film tiene una calidad regular, pero ese es uno de los puntos que lo engrandece y que le da ese aire que la convierte en una película tan angustiante.

Los Collingwood frente a los asesinos de su hija

El film es arrebatador, sucio estéticamente, violento, sí, por supuesto no es apto para todos los gustos, claro que habrá gente (con paladares demasiado exquisitos) que diga que es una película enfermiza, una basura, etc. Pero no nos engañemos, ¿acaso filmes con tanto prestigio como "La naranja mecánica" no son sucios, infames y repulsivos? "La última casa a la izquierda" ha creado escuela, es uno de los filmes más influyentes que existen en la década y ha marcado tendencias como ningún otro y además posee una crítica demoledora. Una pequeña y discreta obra maestra, insultada y repudiada por ineptos que solo ven violencia y no ven más allá, una obra bastante incrompendida y muy infravalorada pero que con el tiempo ha conseguido su estatus merecido de clásico indispensable. 

Los Collingwood preparados para la venganza

*MI MOMENTO FAVORITO: el señor Collingwood (Gaylord St. James) arremete contra los asesinos de su hija y demuestra tener mejor manejo de la motosierra que el mismísimo Leatherface, ofreciéndonos la esperada venganza. Eso es amor de padre y lo demás tonterías.

¡Por mi hija, mato!, ¡MATO!

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